Variedades de acné y su tratamiento

Se ha descrito con el nombre de acné varioliforme (Kaposi), una forma de acné que se presenta de ordinario en los límites del cuero cabelludo, constituido por pústulas y pápulas agrupadas, o por erupciones diseminadas en el cuero cabelludo. No debe confundirse esta forma de acné con el acné varioliforme de Bazín que corresponde al molluscum verrucossum de Kaposi.

En el centro de las pápulas del acné varioliforrne de Kaposi, densas, planas, del tamaño de una lenteja, se produce una pústula que se umbilica y que deja al desprenderse una cicatriz deprimida. Esta evolución recuerda la de las pústulas de la viruela, y de aquí su nombre. Al mismo tiempo la disposición en grupos de las pápulo-pústulas del acné varioliforme de Kaposi, su color oscuro y su umbilicación, ofrecen gran analogía con las sifilides en corimbo.

Los sujetos débiles, marasmáticos y escrofulosos, presentan el acné cachecticorum de Hebra, que se combina con frecuencia con el lichen scrophulosorum, raro en la cara, frecuente en el tronco y en las extremidades inferiores. Sus pápulas y pústulas son pequeñas, planas, de color rojo lívido muy semejante a las erupciones sifilíticas.

Además de las formas descritas del acné, existen otras producidas por la irritación de los folículos sebáceos mediante sustancias aplicadas al exterior, o que administradas interiormente, se eliminan por estas glándulas, tales son el acné de la brea, acné picealis, acné ex usu picis.

La bencina, la creosota, la resineona, ocasionan también erupciones de acné. El iodo y sus preparados y los bromuros producen una forma de acné que desaparece fácilmente en cuanto se suprime su causa.

El tratamiento del acné consiste esencialmente en lo siguiente: expresión mecánica de los comedones y dilatación de los abscesos, lociones repetidas con jabón ordinario, jabón de glicerina, alcohol jabonoso alcalino, jabón de potasa, de azufre, de ioduro de azufre y aplicación metódica de los medios que determinan una reacción moderada y el desprendimiento rápido del epidermis y de las células epiteliales que revisten los folículos sebáceos: pastas de azufre, tintura de iodo, glicerolado de iodo, emplasto mercurial, etcétera.

Cuando hay accesos subcutáneos y glandulares apreciables a la vista o por la palpación, deben abrirse con la punta del bisturí. Si nos fuera conocida la causa se evitará cuidadosamente.

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