Usos terapéuticos del acónito

En las neuralgias se emplea con excelentes resultados desde Stoerk, y en las de la cara su eficacia es más segura que ninguna otra. En cuarenta casos de neuralgia de asiento vario relatadas por Fleming, se han obtenido veintinueve curaciones permanentes, y en los once casos restantes un alivio temporal más o menos completo y duradero. El tratamiento ha durado por término medio seis días.

En cuarenta casos de odontalgia tratados por Fleming friccionando las encías con algunas gotas de tintura de acónito e introduciendo en el diente cariado un taponcito de algodón empapado en la misma tintura veintisiete veces se ha obtenido la curación radical, seis veces un alivio pasajero y en el resto de los casos ningún efecto. De quince casos de jaqueca diez curaron por el uso del acónito.

Contra la cefalalgia nerviosa el uso del acónito es vulgar en Inglaterra. Hay que confesar que tanto en Francia como en España no se obtienen de ordinario tan beneficiosos resultados. Se ha ensayado también en ciertas formas de sordera. Sus efectos son dudosos. Copland, Imbert, Gourbeyre y Debout, lo recomiendan en la neuralgia cardiaca.

Stoerk preconizó el acónito en el reumatismo y desde entonces muchos médicos ilustres han confirmado la opinión del profesor de Viena. Ejerce una acción favorable sobre esta enfermedad moderando los dolores articulares y la fiebre. En nuestros días el acónito ha sido sustituido muy ventajosamente por el ácido salicílico y el salicilato de sosa.

Se administra también en la gota para moderar la intensidad de los accesos. Se une en estos casos al cólchico y al sulfato de quinina.

En las afecciones de las vías respiratorias en que domina el elemento nervioso, como en el reuma, la tos ferina y las toses espasmódicas, el acónito suele mostrarse útil. También parece obrar favorablemente sobre las disneas nerviosas.

En las afecciones cardíacas la acción del acónito es muy variable. Da muy buenos resultados en las puramente funcionales, pero en las lesiones orgánicas del corazón, ya se manifiesta útil, ya no produce efecto alguno, ya parece agravar el estado de los enfermos. Es este un punto oscuro en la Terapéutica de las enfermedades cardiacas. Convendría determinar con precisión por una observación rigurosa las indicaciones y contraindicaciones del acónito en estas enfermedades. Se administra en todos los estados febriles, asociándole frecuentemente a la digital. Muchos autores concuerdan en reconocer al acónito una influencia beneficiosa sobre la marcha de la erisipela.

Se han obtenido buenos resultados de su empleo en la disentería (Marvot) y en la diátesis purulenta (Tessier). Decaisne dice haber obtenido una mejoría altamente notable en dos enfermos afectos de la forma crónica de los lamparones. En las dermatosis, sobre todo en las que van acompañadas de hiperestesia cutánea (Liquen, Prurigo), da algunas veces resultados estimables. West lo ha recomendado en la amenorrea espasmódica y Marrotte en la menorragia. Se ha empleado también en las hidropesías a título de diurético, en el cáncer y en las gastralgias como calmante, en las fiebres intermitentes y en los accesos febriles consecutivos al cateterismo.

Volver a ACÓNITO – Inicio