Usos terapéuticos de los ácidos diluidos

Se emplean al interior: en los estados dispépsicos, particularmente de los anémicos y febricitantes; se recurre de ordinario al ácido clorhídrico y al láctico y aun al cítrico y al acético que hace más sabrosas y más digestibles las carnes.

No debe abusarse de su empleo, en cuanto a las dosis ni en cuanto a la duración del tratamiento, si no se quiere convertir la medicación en una causa más de dispepsia; ocho gotas de ácido clorhídrico en 100 de agua, media hora antes de la comida o tres horas después, son suficientes.

Algunas dispepsias con náuseas, vómitos y accidentes cardiálgicos se modifican muy favorablemente con las aguas carbónicas. Los ácidos cítrico y acético son útiles en los estados biliosos, y el clorhídrico, nítrico y el sulfúrico en algunas diarreas, especialmente en los niños.

El ácido nítrico se usa en el tratamiento de la degeneración amiloidea del hígado, de los riñones y del bazo consecutiva a la caquexia sifilítica. Utilizando sus propiedades antipútridas, astringentes y hemostáticas se usan el zumo de limón, el ácido acético y entre los ácidos minerales el fosfórico, especialmente en las enfermedades febriles típicas y sépticas, consiguiendo al mismo tiempo moderar la elevación térmica.

El zumo de limón aventaja a los ácidos minerales contra el escorbuto y la enfermedad de Werlhof. En los individuos pletóricos, en los estados cerebrales congestivos, en las flegmasias con aumento en la actividad cardiaca, en el cardiopalmus nervioso y en ciertos casos de eretismo del sistema vascular, se emplean con ventaja el agua de limón y las limonadas de los demás ácidos; como estípticos se emplean el ácido sulfúrico o el fosfórico diluidos para prevenir y combatir las hemorragias de órganos internos (hemoptisis, metrorragia, hemorragias de las vías urinarias).

Se emplean también para aumentar la acidez de la orina y evitar así la formación de cálculos fosfáticos y, con mejor resultado, en inyecciones vesicales para prevenir la fermentación amoniacal de la orina y sus efectos.

Finalmente, se usan como antídotos en las intoxicaciones por los álcalis cáusticos. El tratamiento de la intoxicación plúmbica crónica por la limonada sulfúrica no da muy felices resultados. Senftleben recomienda en la intoxicación por el ácido fénico, el ácido sulfúrico en mixtura gomosa.

Exteriormente se usan en las afecciones aftosas y diftéricas, escorbúticas y gangrenosas de la boca y de las fauces (toques con ácido clorhídrico mezclado a partes iguales con miel o jarabe). En la laringitis difteria (15 o 20 gotas de ácido láctico en 150 de agua para pulverizaciones) y en la hiperestesia y aumento de la excitabilidad refleja de las vías aéreas, las aguas canónicas o las emanaciones gaseosas de este ácido.

En los procesos tisiógenos aumentan la predisposición a la hemoptisis. El ácido sulfúrico diluí-do se usa en las afecciones puerperales, en inyecciones vaginales, y el ácido carbónico gaseoso en inyecciones en la vejiga y en la vagina (ducha externa), en las neuralgias de estos órganos, como también en la dismenorrea y amenorrea.

Las lociones con ácido nítrico diluido son útiles contra las afecciones pruriginosas. Los ácidos minerales diluidos combaten con bastante eficacia la hemorragia externa.

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