Uso del astrolabio en astronomía

Es desconocida la invención del astrolabio, pues se refieren a otros tantos inventores cuantos autores han querido precisar este punto. Cicerón lo atribuye a Arquímedes. Plinio a Atlante de Libia; Julio Materno a Museo, hijo de Eumolpo. También se atribuye, con mucho fundamento, al griego Hiparco que vivió en el siglo II de la era cristiana.

Bien conocidos y usados fueron después por Beroso el Caldeo, Teodosio de Bitinia, Aristarco de Samos, Apolonio de Perga y otros, incluso Ptolomeo, Maron y Marsilio dejaron escritos algunos textos sobre los astrolabios.

Con este instrumento se tomaba la altura de los astros, se calculaban las horas, y también encontraba aplicación en operaciones topográficas y geodésicas.

Eran de varias formas y tamaños que se llamaban astrolabio marino, astrolabio armilar, según el uso particular que de ellos se hacía o la disposición que se daba a algunas de sus partes.

Había los llamados redondos, que eran una media esfera hueca en que estaban señaladas algunas estrellas y el Zodíaco, movible encima de otra en que se hallaban marcados los círculos necesarios; y los llamados llanos, que consistían en una proyección estereográfica de la esfera sobre un plano diametral. Estos eran de construcción y manejo más sencillo, por lo que fueron más usados.

Se manejaban colgándolos por un anillo que tenían y por medio de una alidada con sus pinoles por donde se dirigían las visuales o se recibía un rayo luminoso del astro, leyendo los ángulos en un limbo graduado.

De este instrumento sólo se guarda el recuerdo en la actualidad, y como documentos históricos los ejemplares que han resistido al tiempo.

Ptolemeo empleó el mismo vocablo para designar una especie de mapamundi que figuraba una proyección del globo sobre un plano paralelo al ecuador, con líneas trazadas de uno de los polos, representando los meridianos por líneas rectas.

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