Uso de anillos en la antigua Roma

De los griegos y de los etruscos, más bien que de los sabinos, como han pretendido algunos autores, tomaron los romanos el uso del anillo.

En la época de la República, era ya el anillo de oro distintivo de nobleza, recompensa o privilegio de ciertos funcionarios; mientras que el anillo de hierro era de uso común, conservándose ejemplares, y piedras con restos de la oxidación que destruyó las monturas. También era el anillo de hierro símbolo de los triunfadores.

En la época imperial, el anillo de oro fue concedido a personas de rango inferior, especialmente a los libertos, primeramente con ciertas reservas y luego sin medida, con lo cual acabó por vulgarizarse sin que pudieran evitarlo las disposiciones dictadas para devolverle su antigua significación. En la estatua de un esclavo, actor cómico, se ve una sortija en la última falange del dedo índice.

Como era consiguiente, la afición a las piedras grabadas para los anillos, no tardó en desarrollarse en Roma, llegando a convertirse en verdadera pasión, como lo prueba el hecho de que Antonio proscribiese a un senador porque poseía una sortija, adornada con un grande ópalo al cual fiaba su protección.

Fue moda llevar anillos en todos los dedos, salvo el de en medio por un temor supersticioso, pero lo general era ponerlos solamente en el cuarto dedo, o anular de la mano izquierda, y también en el dedo pequeño, como lo atestiguan los autores y los monumentos.

Creso fue el primero que osó ponerse dos anillos y en tiempo de Horacio era de buen tono llevar tres en la mano izquierda. Quintiliano recomendaba a los oradores que no cargasen sus manos de anillas, ni los pusieran más arriba de la segunda articulación; pero semejantes exageraciones eran propias de mujeres y de hombres afeminados. Juvenal habla de la sortija de verano, más ligera que la de invierno.

Se conservan algunos anillos romanos, tan exageradamente gruesos y pesados, que no puede creerse fueran de uso, sino para ofrendarlos a las divinidades, costumbre que confirman las inscripciones; suelen estar tallados en piedra. Los anillos dobles o triples, unidos por un chatón, también se construyeron en Roma.

Las materias empleadas para los anillos fueron hierro, bronce, oro, plata, plomo, zinc, ámbar y marfil; los de las dos últimas materias eran para las mujeres. Finalmente, los romanos conocieron ya el sistema de adornar los anillos con series de piedras preciosas.

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