Teoría general sobre los acumuladores eléctricos

Continuando ahora con el ejemplo anterior, échase de ver fácilmente que en lo que hemos llamado salto eléctrico, también el río de éter conmueve, desagrega y rompe su accidental cauce que es el agua; la sacude, decimos, como la catarata sacudía su fondo, y hace saltar lajas que aquí se llaman oxígeno e hidrógeno; porque como la roca estaba compuesta de capas, así el agua está compuesta de ambos gases, y como la ruptura más fácil era en la roca por las uniones de los bancos, la ruptura más fácil del agua es también por la unión de ambos cuerpos.

Sólo que aquí, la separación se efectúa con cierto orden que también existe allá, aunque otra cosa parezca; y el oxígeno se acumula en el polo positivo, es decir, en el extremo del alambre que viene de dicho polo, y el hidrógeno en el que viene del polo negativo; y si ambos alambres terminan por dos hilos de platino y sobre ambos hilos se colocan dos pequeñas campanas de cristal, en ellas podrán recogerse los dos gases y habremos realizado, dicho sea de paso, la descomposición del agua por la electricidad, operación que se llama electrólisis, y no es otra cosa que el análisis del agua por medio de la corriente eléctrica.

Y aquí ocurre una pregunta y ocurre una duda también, de las cuales conviene dar oportuna explicación.

La corriente, podrá decirse, nace en la pila de una acción química en que domina, por decirlo así, la síntesis; y en el voltámetro la misma corriente es causa de que el agua se descomponga: pues bien, ¿a qué va unida en último resultado la corriente eléctrica, al análisis o a la síntesis? ¿favorece la unión de los agentes químicos o provoca su alejamiento?

Como no podemos penetrar, por la índole de este trabajo, en extensas lucubraciones de mecánica química, será más rápido y más conveniente que nos valgamos de un ejemplo. Una cuerda pasa por una polea colocada a diez metros sobre el suelo; al extremo superior de dicha cuerda se ata un peso de cuarenta kilogramos, a la extremidad que toca la tierra se sujeta otro de veinte, y es claro que el primero dominará, que descenderá a lo largo de los diez metros y que al paso que baja irá subiendo el de los veinte kilogramos hasta llegar a toda lo altura que la polea permita.

Pues en rigor esto sucede con la pila y con el voltámetro: la acción química de la primera es superior a la resistencia química del segundo, como el trabajo motor de los cuarenta kilogramos descendiendo de diez metros era superior al trabajo resistente de los veinte kilogramos al elevarse a dicha altura; y como en el mundo físico lo más vence a lo menos, y como el peso mayor para caer necesitaba que el peso menor subiese, subió éste y bajó aquél, dos efectos a primera vista contrarios, pero idénticos en el fondo.

Pues de igual suerte, como los dos sistemas pila y voltámetro estaban unidos por la corriente que podemos decir que es hilo especialísimo de una imaginaria polea, y como la acción del agua acidulada y del zinc es en suma superior a la resistencia que a separarse oponen el oxígeno y el hidrógeno del agua, vence aquella y cede ésta y el oxígeno se une el zinc en la pila y el oxígeno se separa del hidrógeno en el voltámetro, y aquel peso químico, si la imagen vale, ha llevado tras sí a este otro peso químico menos enérgico que el primero.

Con estas sencillas y casi vulgares explicaciones basta para comprender rápidamente la teoría de las pilas secundarias o de los acumuladores eléctricos.

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