Teoría general del atomismo

El atomismo recoge de la Escuela de Elea la distinción entre las variaciones y apariencias de los fenómenos y su elemento permanente y acepta de los Pitagóricos que la esencia de las cosas o el número consiste en la forma de la combinación atómica para concluir asentando que la materia as la base de todos los fenómenos, principio enteramente lógico y claro, que lleva a la explicación mecánica (materialismo) del mundo.

Se explica tal principio en el que constituye el fundamento de la doctrina de Demócrito: “Nada procede de nada, nada de lo que existe puede ser destruido, todo cambio es un agregado o una disociación de partes (átomos o corpúsculos)”. Supeditado el cambio a la persistencia inalterable de la sustancia (átomo), se impone la afirmación siguiente: “nada sucede por casualidad, todo tiene su razón de ser y su necesidad”, entendiendo por razón la ley matemática y mecánica a que se sujetan los átomos en sus movimientos, obedeciéndola con indeclinable necesidad. Queda de este modo reducido el mundo de las apariencias, puesto que lo único real (explicativo para el atomismo) son “los átomos y el vacío”.

El número de los átomos y sus formas es de una variedad infinita y las diferencias de los objetos proceden de las de sus átomos en número, grandeza, forma y combinación, porque los átomos carecen de diferencias cualitativas, no poseen estados internos, influyen unos en otros exclusivamente por el choque y por la presión. Esta concepción de sumandos homogéneos que constituyen la suma (sin cualidad) indiferente del mundo en una completa identidad material sin proceso de diferenciación, desestimando la forma (a que había de dar tanta importancia Aristóteles), constituye la característica fundamental del atomismo como concepción mecánica y materialista de la realidad y del mundo.

Poco importa que Demócrito hable de átomos sutiles, semejantes al fuego, como esencia constitutiva del alma; nada significa que Gassendi intente con un primer impulso de un creador dejar a salvo su ortodoxia católica, el spiritus intus del atomismo consiste ante todo y sobre todo en el cuantum que sustituye al cuale y en lo mecánico que suple lo vivo. Grandeza, forma y gravedad son las únicas propiedades que Epiano reconoce a los átomos.

Así puede en suma decirse que el atomismo filosófico, aun renovado por Gassendi, es la hipótesis o concepción explicativa de lo físico-químico mecánico (lo cual justifica la importancia cíe la teoría atómica para las ciencias naturales); pero no da idea ni concepto de la realidad que late y vive a través de esas apariencias, cuyo peso y medida se detiene en el punto y hora que en lo real se presenta un estado interno y de propia reacción, es decir, lo vivo.

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