Sustancias presentes en aires infestados

Los químicos y el examen micrográfico no han sido hasta ahora suficientes para estudiar y descubrir de una numera completa seres o sustancias, cuyo único reactivo, hasta ahora conocido, son los organismos superiores que sufren los más graves y fatales trastornos bajo la acción de aquellos.

Son notabilísimos, sin embargo, algunos trabajos emprendidos para resolver esta cuestión, principalmente por los médicos ingleses y norteamericanos.

El Dr. Salisbury, analizando al microscopio el aire y los esputos y otros productos de secreción de individuos acometidos de fiebres intermitentes, encontró constantemente la presencia de aquellas fiebres, acompañada de la existencia en el aire y después en el organismo de los enfermos, de la presencia de un corpúsculo algoide, género Palmella, que ha denominado alga gemiasma. El mismo Salisbury se inclina a ver en otro corpúsculo, el Alga morbilis, el origen del sarampión, por lo menos de una especie de él, según resulta de sus observaciones sobre el efecto que en los cegadores y trabajadores del campo producen las emanaciones del trigo y otros cereales donde se desarrollan los esporos de aquella criptógama. Y de la misma suerte y basado en observaciones micrográficas cita la Crypta siphilitica como constante en la sífilis, la Cripta gonorrhea en la blenorragia.

Bechi en loa pantanos de Toscana, Selmi en Mantna y Belestra, estudiando el aire infecto de esas regiones donde las fiebres son endémicas, llegaron a resultados análogos a los del ilustre norteamericano, descubriendo la presencia constante de varias especies algoides, pero sin avanzar mas que él.

En Francia, Panchet descubrió glóbulos de pus en el aire de salas ocupadas por ciertos enfermos.

El Dr. Eiseld dio a conocer que en una epidemia de conjuntivitis purulenta en Praga no podía evitarse el contagio aun cuando hacía imposible todo contacto. Recogido el aire con un aeróscopo sobre una placa de vidrio con una gota de glicerina, y observado al microscopio, encontró, entre la infinidad de partículas que flotaban en éste, glóbulos de pus.

Samuelson, en sus experimentos antes citados, demostró que el agua destilada expuesta en las salas de hospital, desarrolla zoosporos, bacterias y amibos. Lemaire ha expuesto que en los estudios hechos del aire de los anfiteatros de disección y salas de hospitales, resulta éste siempre alterado en la proporción o clases de seres orgánicos flotantes en él, citando entre otros los esporos de los hongos de la tila siempre próximos a los enfermos en que aquella se encuentra.

En cuanto al estado de la atmósfera durante las epidemias de cólera, muchos han sido los observadores y los resultados algún tanto discordantes.

De todos modos, aun se encuentra sumamente obscuro este problema tan importante, y sólo después de mucho tiempo de análisis precisos, repetidos en todas partes, se podrá llegar a conocer con provecho el mundo de los infinitamente pequeños que pueblan el aire.

Lo que sí puede decirse por lo que hasta ahora se ha visto, es que el agua hirviendo destruye rápidamente los microbios, llamando así a todas las especies microscópicas recubiertas de túnica organizada, y que la mayor parte de todos estos gérmenes no pueden resistir durante muchas horas una temperatura de 110°; que pueden clasificarse ya muchos de ellos en especies bien distintas, los cuales pueden cultivarse sin que se transformen unos en otros, aun cuando se les cambie de medio.

Es verdad que ciertos seres microscópicos efectúan evidentemente ciclos de transformaciones, no bien conocidas para todos, pero que no bastan a confirmar las doctrinas de Pouchet y demás heterogenistas, sin que pueda darse sin embargo por resuelta la cuestión importantísima del origen y desarrollo de estos seres.

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