Sustancias animales en el aire

Entre las materias animales, deben mencionarse los cadáveres de pequeños insectos y sus despojos, escamas de las alas de mariposa, células epiteliales destacadas del cuerpo de los animales, estas últimas muy poco frecuentes, y por último infusorios y huevos de infusorios. Estos últimos, sin embargo, en mucha menor proporción que las criptógamas, con las cuales están en la relación de 1 o 2 a 200.000. Muchos autores niegan que se encuentren esos infusorios en la atmósfera, y otros, como el Dr. Cunningham sus experimentos emprendidos en Calcuta en 1872 no los han percibido en las partes más elevadas de aquella atmósfera, pero sí en las partes confinadas, en las alcantarillas, sótanos y cañerías.

Experimentos muy precisos hechos separadamente por Samuelson y Miguel han dado resultados concordantes, por los que se viene en conocimiento de que las sustancias organizadas animales que mas frecuentemente flotan en el aire son los huevos de mónadas, los cercomónadas y los rizópodos. Se ha podido recoger y criar en Mont-Souris, en estado de pureza, la especie Monas lens y algunos amibos, sin que se hayan transformado los unos en los otros.

Resulta, pues, que la atmósfera se encuentra siempre cargada de restos de organismos y de células organizadas. El número es muy variable, pero es elevado en verano, escaso en el invierno; es máximum en los tiempos de lluvia y mínimum en los días claros y secos. La dirección de los vientos influye también poderosamente en su distribución, pudiendo decirse con respecto al almidón, que éstos transportan unos gránulos de aquellas sustancias, que están en la proporción del 1 por 100 con todas las demás, mientras que la sustancia amilácea amarga parece estar al contrario muy repartida en los aires normales.

Respecto a este punto, el aire confinado de las habitaciones es diferencia del aire libre en que es muy pobre en micro-organismos animales en las circunstancias más constantes: dominan en ellos las partículas inorgánicas, como ya se ha indicado, las fibras textiles; los granos de almidón y algunas especies de criptógamas.

Todo esto respecto a las atmósferas que pudieran llamarse normales; respecto a las infestadas, la cuestión parece aún muy oscura.

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