Síntomas de la arteritis crónica

Para afirmar en el vivo la existencia de la arteriosclerosis es necesario que participen del proceso algunas arterias accesibles a la palpación, como las radiales, braquiales, crurales y temporales. Se comprueban entonces la dureza y las sinuosidades de las paredes arteriales.

Pero no siempre es posible inducir de la sola existencia del ateroma en las arterias superficiales que las profundas se hallen igualmente afectas; y a la inversa, puede existir el ateroma aórtico de las arterias viscerales y de otras profundas, permaneciendo indemnes las accesibles a un reconocimiento en el vivo.

El cuadro clínico de la endarteritis generalizada carece de unidad, porque según los órganos afectos así varía la sintomatología.

Compruébase frecuentemente una hipertrofia del ventrículo izquierdo en razón al obstáculo en la circulación arterial, pero el enfisema pulmonar concomitante suele dificultar la exploración del centro circulatorio. La propagación del proceso ateromatoso a las válvulas de la aorta, puede producir la insuficiencia aórtica, mas rara vez la estrechez.

El pulso radial es duro y tenso, y como la pared arterial, por la pérdida de su elasticidad, vuelve sobre si lentamente, el pulso radial está con frecuencia lentificado, pulso retardado, perfectamente reproducido en el trazado esfigmográfico. Entre la pulsación cardíaca y la de las arterías periféricas media un intervalo mucho mayor que el normal. Algunas veces el pulso es irregular a causa de las alteraciones cardíacas.

Las consecuencias de la arteritis crónica afectan muy frecuentemente al cerebro.

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