Secularización de la acuarela

La acuarela, pues, subsiste a pesar de la gran renovación que el siglo xiii opera en el arte de la forma, prueba evidente de que este gran progreso no es debido a la mera imitación o a la influencia de los maestros bizantinos; porque si tal fuera, no dejaría de haber triunfado otra vez la aguada con todos sus recursos técnicos sobre la acuarela.

Pero la consideración más importante que es menester consignar a propósito de este progreso, está en que, a partir de ese siglo el arte se seculariza en todos sus ramos, y así como la estatuaria se emancipa de la tutela del templo para vivir con vida propia, empleándose en otros fines ajenos al puramente religioso, así también la pintura dilata el campo de sus aplicaciones, y al propio tiempo que se consagra a poner ante los ojos de los cristianos las sagradas imágenes que ellos veneran o adoran, y que subliman sus sentimientos y ennoblecen sus afectes, emplea sus adelantos en servicio de la ciencia y de la literatura profana y de todo el que la solicita como creadora de honesto recreo.

Así pues, si hasta aquí la historia de la acuarela iba íntimamente unida con la historia de los manuscritos religiosos, desde el siglo xiii en adelante no son ya las Biblias, los Evangeliarios, los misales y libros litúrgicos, los santorales y los devocionarios, el único campo para el pincel del miniaturista, sino que en las obras de los autores antiguos, en los tratados enciclopédicos, en los libros de caballerías, en las crónicas y en los romances y cantares, se le abren nuevos y dilatados horizontes.

Desde entonces también deja de ser el Scriptorium del monasterio la única escuela del pintor: fuera de los claustros se establecen otras que rivalizan con su antigua maestra, y que acaso la vencen andando el tiempo.

Tenemos en España peregrinos ejemplares de la miniatura secularizada del siglo de San Fernando y D. Alonso el Sabio, y tales que difícilmente podrán presentarlos más interesantes otras naciones de las que, como Alemania, los Países Bajos e Inglaterra, entraron en las nuevas vías abiertas al arte por la patria de Felipe Augusto y de San Luis, a la sazón preponderante en Europa. Obras como Las Cantigas y el Libro de las tablas, se han producido muy pocas en la Edad media.

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