Resurgimiento de la anatomía en el siglo xiii

A la escuela italiana corresponde la gloria de haber restaurado y fecundado la historia de las disecciones interrumpidas desde el breve período de Herófilo y Erasistrato. Federico II, emperador de Alemania y rey de las dos Sicilias, dio en 1230 una ley por la cual no se podía ejercer la Medicina sin obtener autorizada licencia y sin haber estudiado un año por lo menos, la Anatomía sobre el cadáver humano, sine qua, añade el edicto, “nec incisiones salubriter fieri poterunt, nec facto curari”.

Pero no hay prueba práctica de la aplicación de esta ley hasta 1316 en que Mundini de Luzzi, médico de Milán, abrió los cadáveres de dos mujeres para estudiar el estado de las matrices.

Mundini de Luzzi es ciertamente el restaurador de la Anatomía; su libro Anatomis Mundini espite usgue ad pedes, impreso muchas veces, ha sido la única obra permitida por la Universidad de Padua en sus escuelas durante siglos, y tuvo brillantes y célebres comentadores, como: Arnaldo de Villanueva, Juan de Ketham, Gabriel de Zerbis, Mateo Curtius, Jaime Berenger de Carpi, Alejandro Aquillini, Juan Eichmann o Dryander y el celebre Cardan.

Dado este impulso hacia el progreso, no tardaron en aparecer anatómicos notables que enriquecieron la ciencia con importantes descubrimientos, y así florecieron Alejandro Benedetti, Jacobo Duhois o Sylvius, Guinter Winter, Fernet, Esteban, Juan de Gersdorf, Walter Herman Ryff, Luis Levasseur, Otton Agunius, Lustrulanus, Armand Guasconi, Francisco de Gemlés, Bartolomé Maggius, LFrancisco de Muratoris, Daniel Carmenius, Juan de Laurentien, Juan Andrés Valpanius y tantos otros investigadores.

Pero es característica de este período de la historia de la Anatomía la sumisión respetuosa hasta la ceguera a la autoridad de Galeno. Nadie osaba abordar la crítica de aquella Anatomía tradicional que había sido la profesión de fe de tantos siglos. Si los resultados de las disecciones no concordaban con las descripciones del oráculo, unos afirmaban que los textos galénicos habían sido adulterados y otros que la naturaleza había cambiado desde las investigaciones del médico de Pérgamo.

Finalmente, un hombre de genio, el flamenco Vesalio, osó sacudir el yugo de una autoridad contraria a la observación y obstáculo del progreso. Vesalio rectificó a Galeno, demostró que sus descripciones están calcadas en la disección del mono y no del hombre y creó la Anatomía positiva, libre de toda traba autoritaria y fundada sólo en la observación científica.

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