Resumen histórico de la interpretación de alma y espíritu

Importanos, pues, más seguir, con el proceso del tiempo, las interpretaciones doctrinales que la especulación filosófica y la investigación científica han dado a las palabras alma y espíritu.

Después del movimiento cartesiano, cuyo ciclo termina con Leibniz y sobre todo con Espinosa, quedan para el pensamiento filosófico como términos sinónimos (con el sentido ya indicado) las palabras alma y espíritu.

En la filosofía alemana (cuyo glorioso iniciador es Kant) la palabra espíritu (Geist) es poco usada; se expresa el ser mental, animas de los latinos, con la palabra Gesmuth, que significa sentimiento, interioridad o intimidad. Inicia esta idea problema psicológico y ontológico de gran alcance, porque requiere precisar las relaciones del espíritu con la conciencia.

Usa también Kant la palabra Sede, alma, pero cuida de advertir que es un noumenos incognoscible, acerca de cuya naturaleza no se puede adelantar juicio alguno. Este escepticismo crítico o idealista adopta desde sus comienzos una premeditada reserva acerca de la naturaleza del alma, cuya neutralidad circunscribe lo mismo la idea del alma que la del espíritu a una hipótesis lógica o molde formal (postulado de la razón, se diría en el tecnicismo Kantiano), susceptible en tal estado de indiferencia de recibir interpretaciones distintas. Así acontece precisamente en todo el movimiento idealista de la filosofía alemana, en Fichte, Schelling y Hegel.

Así como el cartesianismo cierra toda su evolución en la Sustancia absoluta de Espinosa, el Criticismo Kantiano termina en la concepción panteista de Hegel de la idea absoluta, de la cual son luego eco, aunque con vestiduras empíricas, el principio de la voluntad de Schopenhauer, el dinamismo de Herbart, lo Inconsciente de Hartmann y el Monismo de Hceckel.

Todas estas teorías ontológicas y metafísicas (aunque algunas sean Metafísica empírica) detienen de momento el progreso del problema psicológico, en cuanto prescinden por completo del concepto de la individualidad.

El proceso es, sin embargo, simple y preciso en la historia de las palabras alma y espíritu, pues se reduce a dos extremos bien sencillos, que son los mismos del proceso lógico, a saber:

“Comienzan las palabras alma y espíritu por expresar metafóricamente ideas vagas e indecisas para precisar más tarde su significación, llegando de uno a otro límite al máximum de la extensión (todo es alma o espíritu) y al máximum de la intención o comprensión (todas las cualidades intrínsecas en los objetos son espirituales)”.

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