Purificación y rectificación del aguardiente

De aquí se deduce que los líquidos espirituosos obtenidos por la primera destilación deben dividirse en dos grupos. En el primero de estos se incluyen aquellos a los que las sustancias extrañas que contienen les dan valor porque son de buen gusto y de aroma agradable; tales son el ron, el kirsch, los aguardientes obtenidos de vinos muy aromáticos y en general todos los que procedan de líquidos fermentados de buen olor y sabor; en el segundo grupo se comprenden los líquidos alcohólicos que comprenden sustancias extrañas que les comunican propiedades muy perjudiciales.

Respecto a los líquidos espirituosos del primer grupo, y por lo tanto a los aguardientes de primera, no conviene someterlos a tratamiento ulterior alguno, porque al privarlos de las sustancias extrañas se les hace perder sus cualidades más apreciables; y no conviene tampoco concentrarlos más, tanto porque en la nueva destilación se perdería parte de las referidas sustancias, como porque con demasiada concentración no podrían utilizarse como bebida.

En esta clase de aguardientes no se necesita, pues, más que procurar hacer la destilación con el mayor cuidado posible para que el producto obtenido resulte límpido, aromático y de buen gusto.

Pero respecto a los líquidos alcohólicos del segundo grupo, es decir, alcoholes brutos y aguardientes de mal aspecto, olor fétido y sabor desagradable, no hay más remedio que purificarlos.

Esto se consigue desinfectándolos y rectificándolos. La desinfección se aplica más especialmente a los alcoholes de alta graduación; pero la rectificación se aplica, tanto para obtener alcoholes de gran fuerza, como para reforzar y purificar loa aguardientes flojos y de mala calidad.

La rectificación no es más que una nueva destilación practicada con cuidado y con aparatos destiladores especiales llamados rectificadores. En su esencia, son verdaderos alambiques, pero construidos de manera que se puedan separar perfectamente las sustancias de diferente punto de ebullición, con lo cual se consigue aumentar el grado alcohólico del liquido y purgarle de gran parte de las materias que le impurifiquen, más o menos volátiles que el alcohol.

Los alambiques ordinarios no deben, pues, aplicarse al trabajo de una buena rectificación, sobre todo cuando se trata de operar en grande escala. Los rectificadores más notables son los de Deroy, Savalle, Breyman y Hübner.

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