Pruebas del acromatismo del ojo

Algunos físicos, fundándose en que las diversas refracciones que tienen lugar en el ojo, son producidas por una serie de medios convergentes, han deducido que la luz debe experimentar una dispersión más o menos considerable.

Si sobre un fondo negro se pinta un círculo blanco y se mira fijamente el círculo blanco, se destaca vivamente sobre el fondo y sus bordes son limpios y no coloreados; pero si se mira un punto imaginario colocado entre el ojo el círculo blanco, esto es, si se acomoda la vista para un punto que está delante del que ocupa el circulo blanco, éste no tarda en aparecer confuso y sus bordes coloreados.

Pero esta experiencia no prueba que el ojo no sea acromático, puesto que para que las irisaciones y los círculos de difusión se produzcan es necesario colocarle en condiciones de visión anormales, hay que esforzarse en ver un objeto sin mirarle.

Mollweide indica otras experiencias para probar que el ojo no es acromático. Si se mira una línea blanca horizontal, trazada sobre un fondo negro, no presenta ninguna coloración en tanto se la mire directamente. Pero si por medio de una cartulina colocada delante y muy cerca del ojo se tapa la mitad inferior de la pupila, la línea blanca parecerá coloreada en rojo en su parte inferior y en morado en la superior. Si, por el contrario, se oculta la mitad superior de la pupila, se colorea en morado la parte inferior de la línea y la superior en rojo.

En este experimento se determina el cromatismo, porque se alteran las condiciones regulares de la visión; se transforma la lente ocular en dos medias lentes o prismas de superficies redondeadas y de base inferior en el primer caso y superior en el segundo, que por lo tanto producen dos espectros en sentido opuesto.

Otros medios hay para hacer cromática la visión. Mirando la luz de una bujía a través de un cristal azul cobalto que no deja pasar más que los rayos rojos y morados, si se acomoda el ojo para estos últimos rayos o si se la aproxima, la llama parece morada y rodeada de un círculo rojo; si se acomoda para los rayos rojos o se aleja, el centro es rojo y el círculo exterior morado.

Las divisiones grabadas sobre un cristal no se ven distintamente a igual distancia si este cristal se ilumina por detrás con luces de color diferente; si la luz es roja hay que acercarlo, si morado habrá que separarlo para que las divisiones sean vistas distintamente.

Volver a ACROMATISMO – Inicio