Pruebas de calidad del acero en las construcciones navales

Los palastros se sujetan a tres pruebas: pruebas en frío y en caliente y ensayo del temple. Las pruebas en frío tienen por objeto determinar la resistencia a la rotura y el estirado del metal en el sentido del laminado y en sentido perpendicular. Se escoge para la prueba una barrita sin recocer de una sección rectangular de 30 milímetros de anchura y un espesor igual al del palastro; la longitud de la parte prismática es siempre de 200 milímetros.

En estas condiciones los palastros destinados al casco de 6 a 20 m/m de grueso deben necesitar en el sentido de la menor resistencia 45 kilogramos de carga para la rotura, con 20 por 100 de estirado; las bandas y las piezas para cubrir enlaces y junturas de o a 18 m/m de grueso deben necesitar en el sentido de la longitud 48 kilos con 22 por 100 de estirado y en el sentido transversal 44 kilos y 18 por 100. Para los palastros más delgados la resistencia mínima debe aumentar y el estirado disminuir; para los palastros cuyo grueso pase de 20 m/m, la carga no necesita pasar de 44 kilos, pero el estirado de 20 por 100 debe conservarse.

Los ensayos en caliente consisten en formar con un trozo de palastro una especie de cazoleta hemisférica, de bordes planos y conservados en el plano primitivo de la lámina de palastro; el diámetro interior del hemisferio debe ser 40 veces mayor que el espesor del palastro y el borde plano ha de tener una anchura igual a 10 veces dicho espesor. Para los palastros de mas de 5 m/m de grueso se hace una cubeta de base cuadrada, con los bordes planos y dispuestos a escuadra, y cuyas dimensiones respectivas sean: base de la cuba 30 veces el espesor del palastro; anchura de los bordes 10 veces el mismo espesor. Las piezas hechas de este modo con todas las precauciones que exige el trabajo del acero no deben presentar ninguna grieta, abertura, ni hendidura.

Los ensayos del temple se efectúan con barras de 26 centímetros de longitud y 4 centímetros de anchura, tomadas unas a lo largo de la lámina de palastro y otras de través; calentadas estas barras uniformemente al rojo cereza un poco sombra y después templadas en agua a 28°, deben adquirir, por la acción de la prensa y sin dar la menor señal de rotura, una curvatura permanente cuyo radio mínimo medido interiormente no sea superior al espesor de la barra.

Las barras perfiladas se someten igualmente a tres series de pruebas: las pruebas en frío se ejecutan con barritas de las mismas dimensiones que las de los palastros, pero tomadas solamente en el sentido del laminado; la resistencia debe ser para las piezas destinadas a las aletas de popa y para las barras en T sencilla, de 48 kgs. con 22 por 100 de estirado, y para las barras de T doble, de 46 kgs. con 18 por 100.

El ensayo en caliente para las piezas de popa consiste en hacer en uno de los extremos de la pieza un manguito, de tal modo que una de las ramas de la misma pieza quede en su plano y la otra forme un cilindro de un diámetro interior igual a 3 ½ la anchura de la rama. Otro extremo cortado de otra barra se abre hasta que las dos caras interiores estén sensiblemente en el mismo plano, y por último otro extremo se cierra hasta que las dos ramas lleguen a tocarse.

Para las barras en T sencilla las pruebas son análogas, y para las barras de T doble se hiende la lámina central, se hace un taladro en la extremidad de la hendidura y se pliega una de las ramas sobre la otra de modo que llegue a formar un ángulo de 45° próximamente. Los ensayos para el temple se efectúas lo mismo que para los palastros.

Para los palastros destinados a las calderas Tunner, en Austria, se recomiendan los aceros núm. 7 de su clasificación, es decir los más dulces; en Alemania se prescribe que los palastros en general tengan una resistencia de 36 kgs. con 25 por 100 de estirado en el sentido del laminado y 32 kilogramos con 15 por 100 en el sentido trasversal; en Francia se recomiendan aceros que tengan 40 a 45 kgs. de resistencia con 24 por 100 de estirado.

La sustitución del hierro fundido o acero Bessemer, en lugar del hierro soldado para la fabricación de planchas de blindaje, ha motivado en estos últimos años numerosos ensayos con objeto de resolver la cuestión de si será mejor obtener blindajes muy duros que, aunque lleguen a romperse por proyectiles animados de fuerza enorme, detengan el proyectil impidiéndole penetrar en el interior del buque, o bien fabricar blindajes con metal muy dulce que permita que los proyectiles que lleguen a perforar las planchas no las rompan y produzcan en ellas agujeros regulares fáciles de recubrir sin que el valor defensivo de la coraza se haya alterado. También se puede proponer un término medio, consistente en obtener placas mixtas, formadas de una lámina dura colocada en primer término para detener el proyectil, y de otra lámina dulce para dar cuerpo a la coraza e impedir su rotura. Pero cualquiera que sea la decisión que se dé a este problema, es ya un gran progreso la sustitución de masas metálicas de gran espesor homogéneo a las series de planchas que antes había que colocar para obtener los mismos efectos, cuyas soldaduras interiores era muy difícil lograr de una manera perfecta.

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