Propulsión del aeróstato con remos y alas

El primer motor aplicado por los inventores a los aeróstatos fue la fuerza del hombre transmitida por medio de largos remos de diversas y complicadas formas, unas veces llevados en la barquilla y otras sujetos al mismo globo.

El primero que aplicó a los aeróstatos este propulsor fue Blanchard en 1784; después, y en el mismo año, Guyton de Morveau propuso también el mismo medio, si bien colocando las alas en el ecuador del globo.

Al mismo tiempo que se verificaba esto experimento en Dijón, Miolan y Janinet aplicaban este motor en París a su aparato dirigible. Pocos meses más tarde los hermanos Robert trataban de cruzar la atmósfera en su globo alargado, empujándole por medio de cinco grandes alas manejadas desde la barquilla.

En 1785 Arban y Vallet, directores de una fábrica de productos químicos bajo la protección del conde de Artois, construyeron un globo movido por una especie de rueda de paletas formada de cuatro grandes alas. En esta época Mane proyectaba también un aeróstato cuyo propulsor eran grandes remos, a los que daba, en virtud de ciertas consideraciones, inútiles de citar, la forma de la pata del cisne y por último citaremos a Testu-Briny que usaba para dirigir sus globos remos de una forma particular.

Todos estos inventores o fracasaron en su empresa antes de elevarse, o sólo pudieron luchar con pequeñísimas corrientes de viento, a causa de la reducida fuerza motriz de que podían disponer.

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