Propiedades y usos del alcohol industrial

Los alcoholes industriales obtenidos del modo que queda expuesto, pueden llegar a tal grado de pureza, merced a la perfección de los aparatos y procedimientos que se emplean, que es muy difícil distinguirlos de los mejores alcoholes procedentes de vino.

Deben para considerarse puros, resultar transparentes, sin olor, ni sabor determinado, fuera del ardiente propio del alcohol, completamente neutros, ser volátiles, sin dejar residuo, no reducir el nitrato de plata, ni colorarse en el diafanómetro de Savalle.

Pero muchas veces no suelen encontrarse en los alcoholes que circulan en el comercio tales condiciones y por eso se miran con prevención, y muy justificadamente por cierto, para emplearlos para ciertos usos, como son el encabezado de los vinos y la fabricación del aguardiente.

El alcohol de patatas suele contener, especialmente, alcohol amílico, y en menor cantidad, alcoholes más hidrocarbonados, ácidos grasos volátiles, éteres y productos resinosos.

El alcohol de granos contiene por lo común éter enántico, alcohol amílico, ácidos cuántico, margárico, caprílico y cáprico libres y los éteres de estos ácidos y alcoholes.

En el alcohol de remolacha se encuentran además de los alcoholes superiores de la serie, ácidos puros libres como el pelargónico, caprinoso y cáprico y además los éteres correspondientes.

El alcohol de orujo contiene alcoholes amílico, propílico, etc., y ácido y éter enántico.

Todos estos productos, especialmente el alcohol amílico, ejercen acción perniciosa en la economía animal y esta es la razón por la que los alcoholes de industria no deben emplearse (a no ser que estén perfectamente puros) para preparar bebidas, de consumo ordinario, tales como aguardiente y vinos encabezados, y deben reservarse únicamente para los demás usos del alcohol, cuales son: la preparación del ácido acético y vinagres artificiales, del éter, de barnices, de álcalis puros, de jabones transparentes, de tinturas, etc., para disoluciones de perfumes, conservar piezas anatómicas y plantas, para disolver muchos principios inmediatos animales y vegetales, para disolver esencias e hidrocaburos, dando disoluciones que se emplean para el alumbrado; como combustible, etc.

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