Propiedades fisiológicas y terapéuticas del ajenjo

Usado en medicina desde la antigüedad, era considerado el ajenjo por Galeno como un poderoso tónico.

Su acción estimulante y fortificante sobre la economía, ha sido reconocida por todos los médicos hasta nuestros días, si se exceptúan a Giaconimi y algunos terapeutas de la escuela italiana que lo consideraban como hipostenizante.

El más apreciable y el primero en manifestarse de los efectos del ajenjo es la estimulación que produce en el estómago después de su ingestión. Aumenta el apetito y la actividad del trabajo digestivo.

La infusión, el vino, la tintura y el extracto de ajenjo son de uso vulgar en los estados de atonía digestiva, pero no deja de ofrecer riesgos por pequeña que sea la irritabilidad del estómago.

Haller lo recomendaba en las afecciones gotosas y el célebre Linneo trató con éxito mediante el ajenjo, afecciones calculosas rebeldes. Tal vez estos efectos pudieran explicarse por las sales alcalinas que contienen las cenizas, pero de todos modos es evidente la aceleración circulatoria y secretoria determinadas por los preparados del ajenjo.

A sus propiedades diuréticas debe la eficacia que le han atribuido contra las hidropesías principalmente y la anasarca Matthiole, Veslingius, Willis y Heister. Esta eficacia se aprecia sobre todo en los edemas e hidropesías dependientes de una hidrohemia sintomática de la clorosis, de la debilidad constitucional o de la caquexia consecutiva a las fiebres intermitentes. Las mismas fiebres intermitentes son ventajosamente combatidas con el ajenjo, según los experimentos de Pinel, Alibert, Chaumeton, Lupia, Trousseau, Pidoux y Cazin.

Es el ajenjo uno de los mejores antihelmínticos indígenas. Según Hufeland, la tintura de ajenjo es el mejor y más rápido remedio cuando la tenia ha determinado accidentes graves. Stanislas Martín ha recomendado, en este concepto, el ajenjo marítimo (Artemisia marítima).

Mencionaremos también el ajenjo como emenagogo.

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