Prohibiciones y censuras a los actores

En ocasiones se prohibían del todo las comedias, como contrarias a la moral; pero, de ordinario, y previo formal dictamen de teólogos, eran permitidas, con ciertas limitaciones y cortapisas, que se referían a los nada honestos bailes, con que se amenizaba él espectáculo.

Otras veces se extendía la prohibición a que representaran mujeres, y a que se hicieran comedias en Alcalá y Salamanca, no siendo en vacaciones, para que no se distrajeran de su obligación los estudiantes: y así, con varias cortapisas y alternativas, suspendidas en ocasiones, caídas las prohibiciones en desuso, prosiguieron las representaciones durante los siglos xvii y xviii creciendo la afición al teatro de día en día y sobre todo, en los tiempos de Felipe IV, decidido protector de las letras.

En esta época los actores españoles iban a Italia, a Flandes y a Francia; habiendo trabajado en París con gran éxito la compañía de Sebastián de Prado, cuando la boda de Luis XIV con D. María Teresa, hija de Felipe IV; y Francisca Bezón, actriz española, estuvo allí representando once años.

Por lo que hace a España, en las ciudades y en las aldeas, en las casas de los grandes y personas de distinción y hasta en las de los prelados y en los conventos, se representaban comedias; y el rey las hacía representar en el Retiro, y aun en el estanque, habiendo ocurrido algún percance por hundimiento de los tablados.

Los abusos debieron crecer al compás de la afición, por cuanto un juicioso y cristiano actor, Cristóbal Santiago Ortiz, presentó un memorial al rey, hacia 1647, para que se remediaran; pidiendo que se crease un censor y fuesen castigados los infractores de las leyes y ordenanzas, pues andaban por España 40 compañías de cómicos, con poco menos de 1 000 personas, muchas de ellas gente perdida, y hasta escapados de la justicia.

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