Prevención de enfermedades para la aclimatación

Más importante aun es prevenirse contra las influencias telúricas. Cuando se considera que en muchas localidades de vegetación exuberante con abundantes pantanos y terrenos fangosos y movedizos pueden ser totalmente inofensivos en lo que toca al paludismo, se ve bien clara nuestra ignorancia sobre el origen de las funestas emanaciones palustres de otras comarcas, en apariencia enteramente análogas en condiciones climatológicas.

Admítese hoy la especificidad del agente de la intoxicación palúdica; pero no es menos cierto que raras veces este agente determina sus efectos fuera de determinadas condiciones telúricas y atmosféricas. Por esto en la inmensa mayoría de los casos las proximidades de los pantanos y de las tierras recién movidas son funestas.

El domicilio debe alejarse de cuatro a cinco kilómetros y estar orientado de suerte que no quede bajo el viento de estas emanaciones, o por lo menos, situado al abrigo de algún bosque o de las desigualdades del terreno. Se sabe también por experiencia que una altitud suficiente, de 1,000 a 1,200 metros, pone al abrigo del agente palúdico. Se insiste constantemente en que el desbroce, el cultivo, la canalización y el drenaje hacen desaparecer los focos de infección palúdica.

Sin duda estos medios conducen al saneamiento de determinadas comarcas; pero en la mayor parte de las tierras intertropicales el saneamiento obtenido por estos medios es puramente relativo. Es necesario saber que no sólo los pantanos, sino que todo el suelo africano es productor de la malaria; que las zonas más cultivadas, como la ondulosa llanura de la Mitidga, son siempre para el labrador focos de infección palustre y esto que puede decirse de Argelia se aplica a casi todas las comarcas tropicales que engendran la fiebre, la disentería, etc.

Los resultados atribuidos al cultivo, al desagüe, etc., de los terrenos insalubres, son dependientes de una generalización injustificada o por lo menos prematura; pues si bien es cierto que en nuestros climas templados los trabajos agrícolas sucesivos y bien dirigidos hacen desaparecer, nada más que hasta cierto punto, las fiebres intermitentes, ningún dato autoriza a creer que basten estos medios por sí solos para concluir con los agentes ignotos que en unos puntos engendran la disentería, en otros las fiebres intermitentes simples, más lejos accesos palúdicos fulminantes, o bien caquexias lentas, bien hepatitis o fiebres biliosas graves o bien la fiebre amarilla, etc.

Además el saneamiento de los territorios tropicales por estos procedimientos exigirían esfuerzos hercúleos que supondrían una aclimatación ya realizada. Estas verdades son dignas de tenerse en cuenta por las colonias que se avienen mal con el nuevo suelo. No deben fiar gran cosa en las modificaciones problemáticas y lejanas del suelo por el progreso agrícola. Su porvenir no depende de esto, sino de la aparición en el seno de las colonias de individuos que gocen de inmunidad contra los ataques del clima.

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