Napier, el inventor del ábaco rabdológico

Napier, Baron de Merchiston, conocido mas bien por los latinismos de su apellido, Neper, Neperus, de donde se han derivado los adjetivos Neperiano, Neperiana, y cuyos trabajos matemáticos parecían tener por objeto el facilitar las operaciones aritméticas, publicó su invención de las varillas en una obra impresa en Edimburgo en 1617, y titulada Rhabdologia (del griego, varilla, y discurso).

Por su ingenioso invento, la operación de multiplicar se reduce a la de sumar, y la de partir a la de restar; así como la de elevación a potencias y la de extracción de raíces se reducen a las operaciones de multiplicar y partir por medio de las tablas de logaritmos, inventadas geométricamente por el mismo Napier o Neper.

Las varillas y el tablero han recibido en este siglo una modificación que hace más fácil su empleo y su lectura: porque, cuando el ábaco está dispuesto para funcionar, las dos cifras de cada faja horizontal, que deben ser sumadas, se hallan dispuestas verticalmente una debajo de otra dentro de un rectángulo. Al efecto, se da a cada varilla una inclinación de casi 64 grados, con respecto a la base del ábaco; y así, las rayas que han de formar los rectángulos, cuando se hallan yuxtapuestas las varillas necesarias para un cálculo, están impresas o grabadas de tal modo, que resultan mucho más visibles que las junturas de cada dos varillas. También hay un sistema de varillas oblicuas cuyo ángulo respecto de la base es de 45°, con lo que los rectángulos resultan cuadrados perfectos.

Además del rabdológico o de las varillas, Neper construyó otro ábaco con fichas, de las cuales unas tienen números y otras están taladradas por pequeños espacios triangulares. Estos dos ábacos reunidos en un solo aparato, constituyen una verdadera e inapreciable joya histórica, única en Europa, que posee nuestro Museo Arqueológico nacional. El gobierno español en 1876 envió este aparato a la exposición de instrumentos científicos de Kensington, donde llamó extraordinariamente la atención de los sabios. Varias sociedades científicas y algunos particulares preguntaron a España el origen y uso de este aparato desconocido, del cual el Sr. D. Felipe Picatoste escribió una monografía que fue enviada a todas las naciones: causo no poca admiración el que este ábaco no fuera conocido sino en Inglaterra.

Consiste este aparato en una magnífica caja con embutidos de marfil. Contiene en la parte superior el ábaco rabdológico por medio de cuyas varillas pueden hacerse multiplicaciones hasta de diez cifras. En la parte inferior de la caja está el segundo ábaco, consistente en treinta cajones que contienen trescientas fichas de marfil, de las cuales ciento están cubiertas de cifras, y doscientas se hallan taladradas por pequeños espacios triangulares que permiten sólo leer una de las cifras de las primeras fichas. Merced a la hábil colocación de unan y otras, se pueden hacer las multiplicaciones hasta el asombroso límite de un numero de cien cifras por otro de doscientas.

Las portezuelas de la caja contienen en embutidos de marfil las primeras potencias de los números dígitos, los coeficientes de los términos de las primeras potencias del binomio y los datos numéricos de los poliedros regulares.

Bien merece esta riquísima joya decir algo de su historia. Ha sido imposible averiguar si fue construida en España o en qué época vino del extranjero. Es probable que perteneciera a la Academia de matemáticas (creada por Felipe II en Madrid) o que la trajese como regalo el príncipe de Gales. Lo único que puede asegurares es que se conservaba en Palacio, de donde pasó a la Biblioteca Nacional, y de aquí al Museo Arqueológico en 1867.

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