Movimientos de la atmósfera

La atmósfera participa de todos los movimientos generales de la Tierra, cuales son el de rotación y el de traslación. Buena prueba de ello es la consideración siguiente: Si el aire no participara del movimiento de rotación del planeta, encontrando los diferentes puntos de la superficie de éste a las capas aéreas con una velocidad que, en las regiones ecuatoriales, sería de 463 metros por segundo, se produciría el mismo efecto que si el aire soplase con esta velocidad y en sentido contrario al que tiene la Tierra, efecto diez veces superior al de los huracanes más violentos, lo cual no sucede.

La atmósfera participa además de otros movimientos, que no son generales y uniformes para toda la masa y que son los que el hombre advierte.

Pero estos movimientos intestinos son de dos clases: unos que se manifiestan y se reconocen como tales movimientos en los que se ven los efectos de las masas de aire trasladándose de un lugar a otro, y se llaman vientos: hay otros que no se manifiestan ni se perciben como movimientos que no producen esos efectos mecánicos tan sobresalientes de los primeros: las impresiones que producen son de otro orden muy distinto y las llamamos sonidos.

Existe además otro movimiento atmosférico, si bien no se ha podido comprobar de un modo satisfactorio, que pudiera designarse con el nombre de mareas atmosféricas. Toda vez que el aire es pesado y a más son sus moléculas infinitamente más móviles que las del agua, es casi seguro que ha de estar sometido como el mar a las atracciones del Sol y de la Luna; que debe por consecuencia experimentar de un modo muy sensible los movimientos combinados de ambos astros.

Creen algunos físicos que es posible atribuir a ese influjo ciertas variaciones diurnas observadas en las indicaciones del barómetro, pero a juicio de Laplace deben explicarse de otro modo: si existen las mareas atmosféricas, dice, aumentan o disminuyen la altura de la atmósfera sin causar ninguna modificación en el peso total; cuando se prolonga la columna de aire, se rarifica, y cuando se acorta, se condensa, a fin de que todas las partes de la atmósfera se encuentren siempre en equilibrio, y como el barómetro no indica más que el peso total, no sufre modificación alguna por influjo de las mareas.

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