Motores mecánicos para los aeróstatos

Muchos mecanismos se han propuesto para impulsar a los globos: unos inventores han ideado raras combinaciones de alas, otros ruedas de paletas, algunos unían estos sistemas a planos inclinados, y a hélices. Como seria imposible citar todas estas combinaciones, nos limitaremos a nombrar las más principales.

En 1784, Carra presentó un proyecto de aeróstato a la Academia de ciencias de París, cuyo propulsor estaba formado por dos ruedas de paletas, dispuestas de tal manera que las telas de estas últimas se replegaban hacia el eje cuando no ejercían trabajo motor. Este sistema no fue prácticamente realizable.

En 1834 el conde de Leunox construyó el globo Águila del que ya hemos hablado anteriormente, y cuyo propulsor estaba formado de veinte remos alas de tres metros cuadrados de superficie, móviles en distintas direcciones, unos que actuaban aisladamente, otros que estaban reunidos formando ruedas. Tampoco consiguió su objeto el conde de Leunox a pesar de que la forma del globo, los aparatos accesorios y la fuerza motriz eran muy razonables.

En 1850 Sanson propuso como propulsor de su globo, para los movimientos ascendentes, cuatro alas, y para los horizontales otras tantas ruedas agrupa las de dos en dos, movidas, lo mismo que en los ejemplos anteriores, por la acción del hombre.

En la misma época Jullien, hábil relojero, construyó un globo que llevaba en el tercio anterior dos pequeñas alas compuestas de dos reducidas paletas en forma de hélice, que girando rápidamente, movidas probablemente por un aparato interior de relojería, daban movimiento directo al aeróstato.

Además de estos inventores citaremos los globos de Laglize, Camilo Vert, Gontier-Grisy, Cheradane, Delamarne, Pillet, Smitler, Vausim, Micciollo-Picasse, Guillaume, Emilio Gire, Gonty-Grisy, Ziegler, Losne, etc., que combinaron con más o menos acierto, pero siempre sin resultado práctico, alas de diversas formas, hélices, reinos, etc., para dirigir los globos.

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