Mejoras en las piezas de artillería naval

También en la marina fueron introduciéndose provechosas modificaciones.

En un principio el modo de servirse de las piezas consistía en empotrarlas en la proa de los buques sobre una tosa o grueso tablón de madera, afianzándolas con cuerdas y abrazaderas de hierro; por la parte de la boca descansaba el mecanismo en un polín o cepo cuya altura se aumentaba o disminuía por medio de cuñas para hacer la puntería. La recámara, que emítanla la carga de pólvora, se ajustaba y aseguraba a la pieza por medio de enchufe y amarras de cuerda. El proyectil se introducía por la boca. A cada disparo había que aflojar las amarras, extraer la recamara para poner otra o cargarla de nuevo y rectificar la situación. El fuego era, pues, muy lento, y difícilmente se hacían más de ocho o diez disparos por día. Estos montajes se llamaban ya cureñas o encabalgaduras.

Las lombardas gruesas se empotraban también en la proa de los buques, pero con doble sujeción para asegurarlas de los balances y por consiguiente con mayor dificultad y pérdida de tiempo para los disparos.

Al terminar el siglo xv colocáronse ya piezas de menor dimensión en el castillo de popa y en la regala entre los remos, para lo que pusieron muñones en el zuncho que correspondía próximamente al centro de gravedad de la pieza, encajados en una horquilla provista de pinzote que entraba en la regala; así las piezas podían girar en los dos sentidos, horizontal y vertical, necesarios para la puntería. Las piezas de costado empezaron en el último tercio del siglo xiv. Disparaban a barbeta, esto es, por encima de la borda.

Posteriormente se construyeron las portas o troneras, realzando al efecto la obra muerta de los buques.

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