Medios de cultivo de bacterias

La naturaleza de los medios de cultivo tiene forzosamente que variar según la de las bacterias que traten de estudiarse.

Las condiciones de existencia de las bacterias son efectivamente muy variadas: las hay aeróbicas, que viven únicamente en medios aéreos provistos de mayor o menor cantidad de oxígeno; otras son anaeróbicas y se desarrollan con preferencia en los medios en que dicho oxígeno falta; hay algunas que no necesitan más que alimentos hidrocarbonados, mientras que para la nutrición de la mayor parte se necesitan sustancias nitrogenadas; hay un corto número que fructifican en un medio ácido; pero casi todas tienen necesidad de un medio neutro o alcalino. A todas estas condiciones de vida hay que atender en los cultivos artificiales.

Pasteur hacía neutros los caldos e infusiones que empleaba añadiéndoles sales básicas. Cohn emplea un líquido en el cual, para 20 gramos de agua destilada, pone 05,1 de fosfato de potasa, 0,1 gramos de sulfato de magnesia, 0,1 gramos de fosfato de cal tribásico y 0,2 gramos de ácido tartárico. Noegeli emplea diversos líquidos y en particular uno formado por 100 gramos de agua, un gramo de albúmina soluble, 0,2 gramos de fosfato de potasa, 0,04 gramos de sulfato de magnesia y 0,02 de clorato de cal.

El mejor medio de cultivo para las bacterias es el suero de sangre de vaca, de oveja y de caballo. Para obtenerle, se sangra el animal, introduciendo en la vena yugular un trocar esterilizado que comunique con el cuello lateral de un matraz que tenga el otro cuello tapado con algodón en rama y que todo él haya sido esterilizado.

Recogida la sangre, se cierra a la lámpara el cuello afilado por donde se ha introducido en si matraz; éste debe tener una capacidad de unos 300 cc. Se dejan las vasijas en reposo durante unce dos días, en cuyo tiempo el coágulo se concreta y sobre él queda una capa de suero límpido que representa unos 200 cc. de liquido. Se rompe la extremidad afilada de la tubulura por donde se introdujo la sangre y por allí se vierte el suero en probetas, soplando por el cuello ancho del matraz.

Las probetas se tapan con algodón en rama y se exponen durante dos o tres días sucesivos a una temperatura de 65 a 68° durante una hora. Después se gelatiniza su contenido colocándolas en una estufita cuadrada de hoja de lata; de dobles paredes, cuyo intervalo se llena con agua caliente. Esta estufita tiene dos patas de un lado más cortas que las otras dos, con el objeto de que se mantenga inclinada y las probetas que en ella se coloquen lo estén también para que la superficie del suero sea lo mayor posible. Se calienta a 70° grados hasta que dicho suero quede completamente gelatinizado. Esta última operación debe durar de una a dos horas; el líquido resulta tanto más transparente cuanto más lenta sea la gelatinización.

La esterilización del suero se funda en que las bacterias mueren a una temperatura relativamente baja inferior a la de la coagulación de la albúmina, mientras que sus esporos resisten. Una sola calefacción mata, piles, las bacterias vivientes, pero sus esporos germinan al 2° al 3° día o en los sucesivos; por esto la calefacción repetida una vez todos los días va matando las bacterias a medida que se desarrollan.

Se puede emplear el suero líquido y esterilizado; pero es preferible solidificarlo, y de aquí la gelatinización. Un suero bien gelatinizado es sólido y duro, de color de ámbar, transparente y sólo un poco lechoso por la parte inferior.

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