Más sobre la hipótesis localizadora del alma

Verdad es que la hipótesis de las localizaciones se ha depurado de algunos de los errores mecánicos con que en un principio apareciera, y que no se refieren ya por Brocca, ni por Brown Sequard a contextura externa y anatómica o a fijación determinada en punto exclusivo del organismo, sino a conexión interna y dinámica bajo el supuesto de que es la vida unidad, que se manifiesta en un complexus ordenado de energías y combinaciones, dentro de aparatos y procedimientos propios, pero aun con tales correctivos subsiste el mismo vicio de origen en la doctrina de las localizaciones, es decir, la personificación de lo abstracto.

Así dice Lange (Histoire du Materialisme, t. II): “Si la reflexión del sabio se concentrara toda ella en el proceso del pensamiento y de la voluntad, su primer cuidado sería considerar la expansión de una parte del cerebro sobre la otra, y el desprendimiento progresivo de las fuerzas de tensión como lo objetivo del acto psíquico; no buscaría el sitio de las diferentes fuerzas, sino las vías de estas corrientes, sus conexiones y combinaciones”.

Y para precisar más la única significación positiva que se debe dar a la hipótesis de la localización, es decir, la referencia de los fenómenos psíquicos a la unidad general del organismo y la aplicación de sus manifestaciones a las vías combinaciones dinámicas, por donde se produce el proceso mental, aún añade Lange que si se le presentara como argumento concluyente la experiencia más decisiva que se pueda imaginar por ejemplo, la de un gato herido en el cerebro, que pierde, consecuencia de la herida, su instinto de cazar ratones, todavía podría objetar con razonamientos semejantes al de que aun cuando un reloj no da la hora, porque se le ha descompuesto una rueda, puede muy bien aquella rueda no tener directamente nada que ver con la parte del mecanismo que desempeña en el reloj la función de dar la hora.

Nueva luz prestan al sentido con, que venimos considerando la hipótesis localizadora, las palabras de Claudio Bernard (La ciencia experimental, Las funciones del cerebro), inspiradas en el sentido racional que se forma siempre de lo orgánico, dentro de lo cual late la ya por él denominada idea directora de la vida, de cuya idea es una manifestación el poder reconstituyente, que se observa en todos los miembros dentro del organismo.

Dice Bernard: “Los progresos de la fisiología moderna han probado que la localización absoluta de las condiciones de la vida es una quimera. Los manantiales del calor están en todas y en ninguna parte, de una manera exclusiva. El cerebro no se exime de esta ley general que rige la circulación de la sangre en todos los órganos; porque se ha probado hasta la evidencia que el sueño coincide, no con la congestión, sino por el contrario, con la anemia del cerebro. Cuando se quita el cerebro en los animales inferiores, se suprime necesariamente la función del órgano; pero la persistencia de la vida en los seres permite al cerebro reformarse; y a medida que se regenera el órgano se ve aparecer sus funciones. Quitando a un pichón los lóbulos cerebrales, el animal pierde los sentidos y la facultad de ir a buscar su comida. Sin embargo, si se le introduce la comida al animal, puede sobrevivir; porque las funciones nutritivas han quedado intactas tanto cuanto se han respetado sus centros nerviosos especiales. Poco a poco se regenera el cerebro con sus elementos anatómicos propios y a medida que se regenera aparece el uso de los sentidos y recobra el animal la inteligencia”.

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