En las fábricas modernas se emplean máquinas americanas, llamadas máquinas dobles, que ejecutan automáticamente y a la vez, de un modo sencillo y rápido, estas diferentes operaciones, que en la fabricación antigua necesitaban seis obreros diferentes. Las maquinas automáticas tienen una marcha perfectamente regular y no exigen más que atención y mucha limpieza, por lo cual son conducidas por mujeres.
Se colocan, generalmente en batería, paralelas unas a otras sobre una misma mesa y pudiendo recibir su movimiento, ya simultánea, ya separadamente, por medio de una polea loca, colocada en la máquina motriz del taller.
El alambre repasado en la forma que antes queda dicha, se coloca en unos carretes de forma tronco-cónica, formados por láminas de hierro, que reciben su movimiento de las máquinas automáticas mismas. Conforme giran estos carretes y el alambre de latón se va desarrollando, una obrera tira de él por la extremidad libre y le obliga a pasar por un camino en zig-zag, formado por una serie de barritas, mantenidas en posición vertical por dos planchas horizontales de acero, que se pueden juntar o separar a voluntad.
El alambre pasa después por un conducto que lo guía a una matriz compuesta de un conjunto de piezas que forman un solo cuerpo y que recibe de una excéntrica lateral un movimiento de vaivén horizontal.
A la salida del conducto que guía el alambre hacia la matriz, dicho alambre es cogido y apretado entre dos placas que le impiden que pueda torcerse en el momento en que, arrastrado por el movimiento de la máquina entra en la matriz, la cual de un solo golpe, forma la cabeza del alfiler. En el mismo momento un cuchillo transversal de acero, desciende y corta el alfiler a la longitud que se desee, para lo cual la máquina lleva un tornillo que regula dicha longitud.
El alfiler sin punta, así formado cae por un plano inclinado en la parte anterior de la máquina donde encuentra dos reglas metálicas, colocadas transversalmente con relación al eje longitudinal de la máquina; la una fija, y la otra, dotada de un movimiento de vaivén a lo largo de la primera.
El alfiler recogido entre estas dos planchas y arrastrado por el movimiento de la regla móvil, llega a la extremidad opuesta donde se desprende y encuentra otro plano inclinado que le conduce a un recipiente en donde se le recoge. Pero en esta última traslación, la punta del alfiler encuentra un rodillo de acero acanalado, situado debajo de las reglas antes dichas y animado de un movimiento de rotación alrededor de su eje longitudinal.
El frotamiento del alfiler contra este rodillo afila la punta, de suerte que cuando el alfiler cae al recipiente, ya es un alfiler completo y no queda más que blanquearlo y empaquetarlo.
Para formarse idea de la rapidez con que trabajan las máquinas referidas, baste saber, que cada una de ellas hace por término medio 150 alfileres por minuto.
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