Los bailables o bailes teatrales

Del baile serio se han derivado los bailables, composiciones pantomímicas que participan de la declamación en cuanto a la parte mímica y cuya esencia la constituyen las piezas de baile.

En España, se ha cultivado con general aceptación y aplauso un baile teatral que más bien que cómico puede denominarse de carácter o de género, si se quiera robar esta frase a la técnica pictórica.

El baile, al perfeccionarse, pasó de los salones y de la calle, al teatro. Por eso las danzas del teatro son, en suma, las mismas que se bailan fuera de él; pero bailadas de otro modo.

Nuestro baile nacional en el teatro es el baile popular andaluz, habiendo sobresalido entre todos y quizá sido el único que por mucho tiempo se cultivó en las tablas el bolero, de donde les vinieron los apelativos boleras y boleros a las mujeres y a los hombres que le bailaban.

Entre estos sobresalieron Esteban Morales, inventor de las vueltas de pecho que le costaron la vida, como a muchos de sus émulos, y el murciano Requejo, ya nombrado al hablar del origen, pasos y modificaciones de esa danza que hasta hace pocos años ha sido obligado intermedio de las comedias y sainetes en nuestros teatros, y acerca de la cual escribió un libro con el título de Bolerología, D. Juan Jacinto Rodríguez Calderón, impreso en 1807.

También se distinguieron como boleras, a principios de este siglo, la Márquez, que trabajó en el coliseo del Príncipe, la Antonia Prado y la Caramba; aunque la más renombrada por su habilidad fue la Brianda.

Hoy el llamado cante y baile flamenco de que se disfruta en ciertos cafés, ha venido a sustituir al bolero como espectáculo.

En Francia se inventó, no hace muchos años, un baile teatral que por su expresión voluptuosa y provocativa vino a eclipsar a todas las danzas teatrales cómicas; nos referimos al cancán, ya desterrado también de las tablas.

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