Es la región de España donde menos importancia tuvieron las Municipalidades.
Hasta el siglo xi la clase labradora, que se conocía con el nombre de villanos solariegos, era de peor condición que los judíos, como observa Santamaría de Paredes en su libro Derecho Político. El rey, la nobleza y el clero se repartían el territorio.
Sancho el Sabio y Carlos III el Noble protegieron a los labradores, buscando en esta clase defensa contra la nobleza y el clero; otorgaron numerosas cartas de hidalguía y concesiones de grandeza a los habitantes del campo, a los labradores que vivían en las grandes poblaciones y a los extranjeros que fijaban su residencia en el reino: de aquí nació la clase de manos y francos intermedia entre los nobles y los villanos.
En el siglo se encuentran los primeros ayuntamientos, compuestos de jurados y regidores elegidos durante aquel siglo por parroquias; después se estableció para nombrarlos el procedimiento de insaculación.
Presidía el Ayuntamiento un alcalde elegido en algunas villas, puesto en otras por un señor y nombrado en la mayor parte por el rey a propuesta en terna de los Consejos.
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