Los árabes y las artes industriales

Llevaron asimismo el gusto de la ornamentación y el sentimiento artístico a las obras de utilidad general, a los productos de la industria, creando tipos y útiles de arte industrial en la cerámica, cristalería, ebanistería, orfebrería, etc.

En la cerámica hicieron obras artísticas de sorprendente originalidad. La muestra más conocida es la jarra de la Alhambra.

Los principales centros de fabricación cerámica árabe eran los reinos de Valencia y Málaga, y fueron también muy célebres las fábricas de alfarería y loza dorada de Calatayud y Mallorca, cuyos procedimientos copiaron los italianos. Se han distinguido muy principalmente los árabes por la fabricación de hermosos azulejos esmaltados con reflejos metálicos.

Perfeccionaron también el arte de fabricar el vidrio, y según muchos autores a los vidrieros árabes debieron los venecianos los procedimientos que tanta reputación dieron a las cristalerías de Murano y Venecia. En el mosaico no hicieron modificaciones de importancia.

En cambio, el arte de labrar la madera y de incrustarla de nácar y marfil alcanzó entre ellos maravillosa perfección. Difícil sería hoy imitar las puertas de las antiguas mezquitas. El mismo grado de perfección se nota en los trabajos de marfil y metal, y bien puede afirmarse que con los toscos instrumentos que empleaban no se hallaría hoy en Europa obrero capaz de hacer los esculpidos y calados que se ejecutaban en tiempo de los califas.

Mostraron sobre todo gran inventiva en la incrustación de los metales destinados a la fabricación de armas, jarras, bandejas y otros utensilios, y su procedimiento recibió el nombre de adamasquinado, porque principalmente se practicaba en la ciudad de Damasco.

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