En la Edad Media, desde los comienzos de la época feudal, el anillo valió como signo de investidura.
Disponiéndose Guillermo el Bastardo a marchar a Inglaterra para posesionarse del trono de Haroldo, recibió del papa un presente que consistía en un estandarte y un anillo relicario, pues encerraba bajo el chatón un cabello de San Pedro, y llevaba una marca de la investidura del reino sajón.
Desde el siglo xiii, los reyes de Francia, cuando iban a ser consagrados, depositaban sobre el altar la espada, la corona y el anillo. Era este anillo un símbolo de alianza, semejante a lo que representan aún el anillo nupcial y el anillo episcopal.
Por lo demás, las sortijas de mero lujo, enriquecidas con piedras, a las cuales solía ir unida alguna superstición, se adornaron con todos los primores del cincelado y del esmalte que en la época del Renacimiento produjo estimables trabajos artísticos. M. Viollet-le-Duc cita y reproduce un anillo del siglo xiv que pudo servir de relicario y otro del siglo xv, adornado con la imagen de San Jorge, a pie y armado, vencedor del dragón, primorosamente cincelado.
También en Francia los merovingios tenían anillos signatarios monogramáticos, de los cuales se servía la cancillería para autorizar sus diplomas, adquiriendo así desde entonces el anillo signatorio importancia oficial, que conservó hasta fines de la época carlovingia, en la cual se sustituyeron por sellos especiales que se llevaban en el cinturón o en el limosnero. Sin embargo, se conservan algunos anillos signatorios posteriores a ese tiempo. En el Gabinete de medallas de París puede verse uno del siglo xv de oro macizo y en el chatón, grabado en hueco, un escudo de armas coronado con yelmo y a los lados las inscripciones: Marin Pixian.
Durante la Edad Media, llegó a tener gran importancia el Doctorado y en medio del general atraso hizo que a todos los Doctores se les concediera la nobleza personal y en tal concepto el uso de anillo llamado Anillo doctoral. La ley de Partida hacía conde al profesor a los veinte años de enseñanza. Eugenio III concedió a los Doctores, aun siendo clérigos, el uso de anillo, menos al tiempo de la misa.
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