Localización del alma según la frenología

Ignorada pos los psicólogos, circunscritos al método introspectivo o de la observación interior y de concienciar la contextura del mecanismo cerebral, porque aún era desconocida para la fisiología de aquel tiempo, comienzan a acentuarse con la Frenología los vicios y errores capitales (en el fondo idénticas a los de la antigua escolástica, pues así como ésta hacía de cada fenómeno una entidad, aquélla convertía cada movimiento en una región específicamente localizada dentro del cerebro), de que aun no se ha librado por completo la moderna Fisiología cerebral, ni en sus más ilustres representantes como Lyhus, Ferrier y otros.

Estos errores pueden ser reducidos principalmente a dos: el de concebir el alma como adición mecánica de facultades o funciones, y el de tender constantemente a tomar abstracciones por realidades personificando lo abstracto.

De estos errores es producto la doctrina o teoría de la localización de las facultades anímicas, referida por la Frenología a los aparatos terminales primero y a su configuración exterior o amplitud de extensión en el ángulo facial, circunscrita más tarde a la contextura fija o anatómica de los órganos, extendida después a las conexiones funcionales de unos con otros, y finalmente atribuida a una combinación dinámica, que implica todavía la falta de un concepto completo de la unidad del organismo y además del processus involutivo e interno, según el cual se manifiesta (que no se estratifica) la energía anímica dentro de la complicación creciente, pero jerárquica y evolutivamente graduada del organismo.

Aun libre del sentido mecánico y estratificado, con que antes se concebía la doctrina de las localizaciones, sólo hallamos en ella como aceptable y verdadera la idea de la aplicación genérica al organismo de la ley de la división del trabajo, según afirman Spencer y Siciliani.

Pero, si se prescinde de esta aplicación genérica, cuya determinación específica está contradicha por experiencias de muchos fisiólogos desde los tiempos de Muller, acerca de la indiferencia funcional de los órganos, principalmente de los conductores de impresiones o de actos de inervación, ¿qué es lo que se impone por igual al fondo latente de residuos en todas las experiencias llevadas a cabo y aún en las intentadas o ensayadas por medio de las vivisecciones? ¿qué queda implícito en el pensamiento, que informa la hipótesis de las localizaciones, imponiéndose al razonamiento con la evidencia de una verdad positiva, claramente estatuida por Claudio Bernard (Lecciones de Fisiología general) y no desechada por el mismo Wundt (Thierseele und Mensehen)?

Lo que brota del fondo de las experiencias, sin exceptuar las de Brocca y Brown Sequard, ni aun las de Charcot, Richet y otros, es el concepto racional de la unidad del organismo, la originalidad viva del individuo, la espontaneidad del ser vivo como elemento y factor reconstituyente de la función, cuyo ejercicio se suple imperfectamente por el esfuerzo y colaboración de todo el organismo ante la falta completa o parcial del aparato u órgano adaptado a aquella función.

Precisamente la sustitución posible de la falta de un órgano por los demás o por la complexión de todo el organismo, prueba la asociación de todos nuestros órganos como base de su perfección.

Al insistir en este punto concreto, entendemos que, referida la hipótesis localizadora a la unidad cuantitativa y cualitativa del organismo en el centro asimilador y específico de fuerzas y combinaciones que le constituyen (bajo cuyo supuesto razona Lotee, en su Psychologie physiologique, Chap. II, Du siege de l’ame, ingeniosa y sutilmente acerca del sitio del alma o lugar que ocupa en el cuerpo, inclinándose a considerarlo como un punto), hay que tener en cuenta, como dice acertadamente Lotze, para localizar una función, un sentimiento o una idea, que son síntesis de toda la vida anterior y de multitud de factores, que en enjambre indefinido de influencias y combinaciones, han de dar mayor relieve a lo vivo y dinámico que a lo estratificado y mecánico de la localización.

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