Liebig y la nueva escuela agrícola alemana

Liebig emitió la idea de que en agricultura no era preciso ocuparse de restituir a la tierra arable todos los elementos tomados por las cosechas, sino solamente los que indicase el análisis de las cenizas de las plantas, que era el único punto que debía fijar la atención y servir de guía a los agricultores.

La novedad y valentía de todas estas ideas y los grandes horizontes que descubrían, sedujeron a la mayor parte del mundo agrícola, lo mismo en Inglaterra que en Alemania; aun en Francia fue muy grande el entusiasmo. Estas ideas fueron el origen y fundamento de la fabricación y aplicación de los abonos industriales o artificiales, una de las conquistas mayores de la agricultura moderna y cuya gloria corresponde de derecho a Liebig, que fue el primero que manifestó y demostró claramente que los estiércoles y residuos de toda clase obtenidos en una explotación y empleados como abono, no bastan a mantener la fertilidad constante del suelo de la misma explotación, supuesto que, con los granos, frutos, carnes, etc., que de la explotación procedan y se lleven al mercado, van materias tomadas al suelo, y que los estiércoles y demás residuos de la explotación no devuelven en su totalidad.

Sólo productos extraños a la explotación, tomados de materias primeras, baratas, y abundantes y preparadas convenientemente por la industria, podrán servir, constituyendo los abonos artificiales, para llenar el déficit que el antiguo sistema de abonos había de dejar constantemente en el suelo.

Las obras principales en que Liebig expuso sus nuevas doctrinas y que alteraron y transformaron por completo la antigua escuela agrícola alemana, fueron las siguientes: Tratado de química aplicado a la fisiología vegetal y a la agricultura (traducida al francés por Gerhardt); Leyes naturales de la agricultura (traducción francesa de Scheler), y Cartas sobre la agricultura moderna (traducción francesa del Doctor Swuarts).

Los experimentos que constantemente se realizan desde aquella fecha en el Instituto agrícola de Hohenheim y en las innumerables estaciones agronómicas establecidas en Alemania, prueban todos los días la verdad del sistema de Liebig e indican las aplicaciones que deben hacerse en cada caso particular.

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