Las telas de araña

La araña pertenece a la clase de tejedores pobres, y trabaja como éstos para ganarse la vida, economizando siempre tanto el material como el alimento, porque la experiencia la ha demostrado que cuando llega una época en que escasea uno, el otro por la misma razón escasea necesariamente.

El hilo, además, una vez salido del cuerpo, no puede volver otra vez a él, aunque muchas veces parezca lo contrario. Al ver trepar a un araneido por un hilo suspendido de cualquier objeto, se nota que el hilo va menguando a medida que el animal sube, y que una vez arriba, el hilo desaparece por completo. Esto ha sido la causa de que algunos naturalistas hayan afirmado con toda seguridad que el animal absorbía el citado hilo. Para desvanecer este error no se necesita más que mirar con atención y seguir los movimientos del araneido, y se verá que el hilo ha sido recogido y arrollado cuidadosamente con las patas, y que el animal le lleva consigo.

Así como en las avispas se observa que cada especie hace su nido a su modo, así también se ve en las arañas que difieren mucho en su manera de tejer y en la forma de sus telas. La conocida especie Epeira diadema, por ejemplo, hace un tejido que se compone de gran número de polígonos regulares que se acercan mucho a la circunferencia, de veinticuatro a treinta y dos lados la mayor parte de las veces, concéntricos, unidos unos a otros por un número de radios igual al de los lados que tiene la figura, y que unas veces se hallan a la misma distancia unos de otros, y otras van agrandándose gradualmente las distancias a medida que se alejan del centro.

Otras especies, como la araña casera, tejen una tela muy espesa, casi siempre en sentido horizontal y colocada con preferencia en los huecos y rincones; hay otras que cuelgan sus redes a manera de hamacas entre dos ramas de árboles; otras que las cuelgan de los troncos o de las paredes, formando con ellas una bolsa, y otras en fin, que las colocan casi en el suelo sostenidas por las piedras a las matas, en sentido horizontal e imitando la disposición y figura de las redes de un cazador.

Hay también algunas especies que no se sirven de redes para coger sus presas, sino que las acometen al descubierto en sitios que les ofrecen algunas ventajas; otras las persiguen y saltan sobre ellas, y otras en fin, se dedican a robar las presas almacenadas en las telas de las otras.

Las especies tejedoras se aprovechan de su habilidad para trasladarse por un hilo de un punto a otro, y algunas de ellas llegan hasta a volar por medio de dichos hilos, salvando grandes distancias por el aire: esto se ve con mucha frecuencia en los días claros del otoño.

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