Las consonantes del alfabeto desde el punto de vista fónico

Generalmente se define la consonante diciendo que es una letra que no puede pronunciarse sin el auxilio de la vocal, definición a todas luces inexacta, puesto que hay muchas consonantes, como son por ejemplo las sibilantes, que no necesitan para pronunciarse del auxilio de la vocal.

La consonante, más bien que sonido, es un ruido especial que modifica el sonido vocal con arreglo a los diferentes órganos que se ponen en juego. De aquí surge la división natural de las consonantes en labiales, linguales, guturales, dentales, paladiales y nasales.

Consonantes labiales son aquellas para cuya pronunciación se ponen en juego los labios, como para pronunciar la p, b, v, f y m; en las linguales es la lengua el principal instrumento para su pronunciación, como la l y la r; en las guturales es la garganta, como se ve en el sonido de la j española; en las dentales son los dientes, como la t y la d, y en las paladiales es el paladar, como vemos al pronunciar los sonidos ca y ga; consonantes nasales son aquellas para cuya pronunciación se da salida al aire por las fosas nasales en mayor cantidad que la ordinaria, como sucede al pronunciar la m y la n.

Las consonantes pueden dividirse también, según la clase de ruido que producen, en explosivas, sibilantes y refluyentes. Consonantes explosivas son aquellas para cuya pronunciación se comprime el aire en la cavidad bucal y se le deja salir de repente, lo cual da lugar a una pequeña explosión, como puede observarse en el sonido de la p; para pronunciar las consonantes sibilantes se comprime también el aire en la cavidad bucal; pero en lugar de darle salida pronta y expedita, se le hace pasar al través de una estrecha hendidura, produciéndose entonces por una ley física un ligero silbido, como acontece al pronunciar la letra s; por último, consonantes refluyentes son aquellas para cuya pronunciación el aire encuentra un obstáculo y busca su salida volviendo hacia atrás, como sucede en la pronunciación de los sonidos l y r.

Pueden también dividirse las consonantes, con arreglo al mayor o menor esfuerzo que se hace para pronunciarlas, en fuertes y débiles; así en el grupo de las labiales es consonante fuerte la p y débil la v, y en las dentales es fuerte la t y débil la d.

De todas estas divisiones, la más importante es la que se funda en la diversidad de los órganos que se ponen en juego para pronunciar las consonantes, porque en esta se funda la ley de las permutaciones de unas consonantes con otras. Con arreglo a esta división podemos establecer tantas consonantes típicas cuantos son estos grupos, considerando como consonante típica, dentro de cada grupo, la más fuerte de entre ellas; de modo, que la p será el tipo de las labiales, la t de las dentales, la j española de las guturales, la k de las paladiales, la l de las linguales y la m de las nasales.

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