Las asambleas provinciales

Entre las varias reformas políticas y administrativas introducidas por Augusto y sus sucesores en la organización del Imperio romano, figura muy en primer término, por su importancia y favorables efectos en el estado y condición de las provincias, el establecimiento de los llamados concilios o asambleas provinciales.

En los países de lengua latina se les conocía con el nombre de concilium, y así se lee en documentos e inscripciones concilium provincia Hispanoe Citerioris, por ejemplo.

Por lo general se reunían en la capital de cada provincia y por excepción varias provincias formaban una sola Asamblea; las tres provincias galas celebraban Asamblea en Lyón y las tres Dacias en Sarmizegetusa.

Todas las civitates estaban representadas en las Asambleas, fueran colonias, ciudades de derecho latino o dependientes inmediatamente del gobernador de la provincia. Algunas ciudades podían nombrar más de un representante, pues Estrabón, refiriéndose a las de la Licia, dice que las más importantes tenían tres votos y algunas dos, y que su número dependía de la importancia de los impuestos que las ciudades pagaban.

Dúdase si eran periódicas. Marquardt opina que fueron anuales, puesto que una de las atribuciones que tenían era la de formular acusación contra los gobernadores cuyas funciones eran anuales.

Además de las Asambleas ordinarias, fuesen o no periódicas, había otras extraordinarias, que solían celebrarse con ocasión de faustos sucesos, advenimientos de nuevos emperadores al solio, victorias, etc.

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