Las anclas modernas

El ancla, tal como hoy día se emplea en marinería, se construye de hierro forjado, dándole la forma de arpón o anzuelo doble.

Se compone este instrumento de una barra que se llama asta o calla, que termina por un lado en una argolla llamada arganeo, y por el otro en dos brazos curvos, cuyos extremos llevan el nombre de uñas.

En el extremo del asta correspondiente a la argolla o arganeo va una gran pieza llamada cepo, de madera o de hierro, que forma cruz con el asta, pero quedando en un plano perpendicular al que determina la caña con los brazos.

La uña tiene de longitud o altura la quinta parte de la longitud del brazo y son siempre más anchas que largas. Cada uno de estos brazos forma generalmente con la caña un ángulo de 56°, y tiene de longitud próximamente la mitad de ésta; el cepo es por lo común más largo que la misma caña; tiene su máximum de grosor hacia el medio donde alcanza 1/12 de su longitud, pero se va adelgazando hacia los extremos donde no presenta más que la mitad de dicho grueso.

En las anclas grandes el cepo es de madera de encina y está constituido por dos piezas fuertes que abrazan la extremidad superior de la caña que está hecha a escuadra; piezas que están sólidamente sujetas por medio de pernos y asas de hierro. En las anclas pequeñas el cepo por lo común es de hierro y no abraza la caña, sino que pasa por un agujero hecho en el cuadrado de la misma.

El hacer que el cepo sea perpendicular al plano determinado por la caña y los brazos tiene un objeto capital, cual es: impedir que el ancla, después de descansar en un fondo, al ser solicitada por el cable, sea sencillamente arrastrada sobre dicho fondo sin fijarse en él. Con la disposición referida, la acción del cable sujeto al arganeo hace que el cepo se disponga horizontalmente y entonces los brazos tienen que quedar en un plano vertical, con lo que uno de ellos rasará el suelo, dragará algún tiempo, siguiendo al buque que la arrastra hasta enterrarse fuertemente en el fondo, o ser retenido por algún accidente de éste, en cuyo caso el ancla y la embarcación, por lo tanto, quedan fijas.

Para levar el ancla, se hace girar el cabrestante al rededor del cual se arrolla el cable que va sujeto al ancla. El buque entonces se ve aproximando al punto en que el ancla está fija, con lo cual la dirección del cable va siendo cada vez más próxima a la vertical y el ancla va poniéndose recta; cuando llega a estar en pie, basta un fuerte tirón, conseguido aplicando un buen esfuerzo al cabrestante, para arrancar el ancla y levantarla.

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