Las agujas en la antigua Grecia y Roma

En las ruinas del teatro y de las Termas y en muchas casas de Pompeya se han descubierto agujas, midiendo algunas tres centímetros de longitud, que es el tamaño de las actuales agujas de coser. Había también agujas o alfileres para el pelo.

Los griegos designaron las agujas con voces que indican un término general aplicable a todo género de instrumento afilado y puntiagudo, como la aguja de coser, y un segundo término que designaba especialmente a las agujas; pero empleando este nombre como genérico sin precisar el trabajo a que se destina. El nombre latino acus responde a los citados nombres griegos, teniendo aún significación más lata.

Se han encontrado estuches para las agujas o sea alfileteros, algunos de oro y de formas artísticas, pertenecientes a los mejores tiempos del arte griego. Numerosas agujas y alfileres se han extraído de las excavaciones, juntamente con cestillos y botes que los contenían. Los vasos pintados prestan testimonio del uso de las agujas y del modo de conservarlos las mujeres.

Las agujas que pueden denominarse indumentarios, o sea las empleadas como accesorios del traje, ofrecen variedad de formas y primor artístico: así por ejemplo, unas están adornadas con una cabeza de ciervo; otros, como los que se conservan en el Museo de Nápoles, encontradas en las excavaciones de Herculano, llevan por remate un capitel de orden corintio, una Venus peinándose ante el espejo que le presenta Cupido, el Amor y Psiquis abrazados, una Venus sobre una figura de Priapo y el Amor tocando la flauta de Pan. Estas agujas son de plata; el Museo del Louvre posee otras análogas, y las hay de marfil y otras materias y con diversos motivos ornamentales que sería prolijo enumerar.

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