Las agujas en el peinado

Las agujas etruscas ofrecen no menos interés, estando adornadas con cabezas de animales de carácter oriental. Una de plata que se conserva en el Louvre, tiene la forma de una espada envainada.

Algunas de estas agujas han podido servir para asegurar las piezas del vestido; pero las mayores, que son las que más abundan, se han empleado indudablemente para el peinado, Estos alfileres o agujas de cabeza fueron de uso general en toda la antigüedad, principalmente, pero no exclusivo de las mujeres, pues los hombres cuando la moda les obligó a peinarse dividiendo sus cabellos y formando en lo alto de la cabeza el lazo crobylos, se sujetaban éste con agujas de esta clase. Esta moda exótica se desarrolló entre los Jonios en Samos y en Colofón, y en otras ciudades del Asia menor, así como también en Atenas hasta la época de las guerras médicas.

En los vasos pintados y en los espejos grabados se ven escenas de la vida femenina en la cual interviene la ornatrix o peinadora, o bien los genios que hacen oficio de pajecillos con agujas y estilos para escribir, que se consideran como el atributo de las divinidades etruscas del destino.

Las mujeres, según demuestran los mismos instrumentos citados, usaban una aguja (ama discriminalis, discerniculum), para arreglarse los cabellos y separar los que las cubrían la frente. En un espejo etrusco aparece una mujer desnuda con un espejo en la mano practicando la operación Indicada. También empleaban estas agujas de tocador para rizarse el pelo, alisarle, recogerle, encresparle, retenerle en tirabuzones, teñirle, y perfumarle; los textos y las pinturas de los vasos demuestran esta variedad de usos, debiendo citarse entre los últimos, uno que representa a Baco reteniendo abrazada a una mujer y cerca un genio alado con un bote y una aguja pintando con ésta los cabellos de la joven.

Por último, en todos los artificios del peinado de las mujeres de la antigüedad clásica, desempeñaron las agujas interesante papel. Los poetas latinos nos pintan las crueldades con que las damas romanas castigaban las más ligeras faltas de las esclavas encargadas de peinarlas, pinchándolas los brazos o el seno con las agujas.

Había también agujas huecas, de modo que podían contener un perfume y a veces un veneno, y se sabe que Cleopatra se dio muerte con una aguja de este género, que llevaba constantemente en sus cabellos.

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