La presión en los aeróstatos

El aeróstato debe tener cierta presión interior, para que no se deforme por la resistencia del aire, cuando navegue por en medio de la atmósfera.

Antes de entrar en el estudio de los medios propuestos por los constructores de aeróstatos para conservar constante el volumen de los globos cuando se elevan en la atmósfera, vamos a indicar algunas observaciones acerca de la presión interior del aparato y a demostrar que ésta debe ser muy pequeña, y por último trataremos del aumento que dicha presión experimenta por la resistencia del aire.

La tensión interior, o mejor dicho, la diferencia entre ésta y la atmósfera, debe ser muy pequeña, pues de lo contrario el globo se desgarraría, falta su envolvente de resistencia para soportar su acción interna.

En efecto: supongamos un aeróstato esférico de 8 metros de radio, que tendría 2.143 metros cúbicos de volumen próximamente, y busquemos la tensión a que está sometida la tela que le forma, por cada metro lineal de meridiano, o de un círculo máximo cualquiera.

Concibamos la esfera dividida por un plano que pasa por su centro: la acción interna obrando sobre una y sobre la otra de las dos semiesferas, tratará de desgarrar el aparato a lo largo del círculo máximo que las une. Desarrollando llegamos a la fórmula:

R = 4p

Siendo R la tensión por unidad de longitud y p la presión interior.

Tomando diferentes valores de p, se ve claramente el rapidísimo aumento que tiene la tensión de la envolvente, para un incremento relativamente pequeño de la presión interior; y por lo tanto la necesidad de que ésta sea muy pequeña.

Pero la presión interior del globo sufre un aumento, si bien pequeño, por la resistencia del aire al movimiento, tanto más grande, cuanto mayor es la velocidad de éste o del aeróstato.

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