La cocina de los ángeles, de Murillo

Cuadro de Murillo, Museo del Louvre.

Cuentan las crónicas de la orden de San Bruno, que la comunidad de cierto monasterio, habiendo un día repartido a los pobres todo cuanto contenía la despensa, se encontró sin tener con que alimentarse. Viendo el apuro del cocinero que ni aun pan podía ofrecer a los frailes, uno de éstos, el glorioso San Diego, imploró tan eficazmente el auxilio de la Providencia, que ésta ordenó a los ángeles bajaran al monasterio y socorrieran a los buenos monjes, preparándoles el alimento necesario. Tal es la leyenda que Murillo desarrolló en el cuadro que hoy posee la galería parisién.

La escena tiene lugar en la cocina del convento. A un lado San Diego en éxtasis ora fervorosamente cruzando las manos.

Dos ángeles situados en el centro de la composición parecen conversar entre sí, mientras los demás se ocupan activamente en diversos trabajos culinarios. Uno de ellos con un cántaro en la mano va a la fuente por agua, otro pone la mesa, un tercero echa sal en la marmita y otro machaca algo en el mortero, mientras dos querubines escogen legumbres de un canasto.

El prior y dos caballeres de Calatrava que penetran en la cocina manifiestan ante tal espectáculo la misma sorpresa que ha dejado estupefacto al hermano cocinero junto a sus hornillos.

Varios accesorios propios del lugar, tales como cacharros, viandas y legumbres, completan la decoración.

Algún crítico ha calificado este cuadro de grotesco; en cambio autoridades muy respetables han salido a su defensa. Hé aquí lo que dice Mr. Nettement: “Un hombre de un talento ordinario, un hombre sin fe no hubiera jamás superado las dificultades y vencido los escollos que ofrecen unos ángeles encendiendo fuego, manejando utensilios de cocina y preparando una comida. Murillo ha abordado la leyenda con la audacia del candor y lo sobrenatural reina en toda esta tela”.

Por nuestra parte añadiremos que, si bien algún trozo no resulta tan superior como exige el nombre de Murillo, en cambio hay figuras, como las de San Diego, el prior y alguno de los ángeles que son de primer orden y han merecido elogios hasta de los adversarios de esta composición.

“La cocina de los ángeles” procede de la colección del Mariscal Soult que por medios sumamente expeditivos se formó una rica galería de autores españoles durante la guerra de la Independencia.

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