El gran período de civilización de los árabes empezó así que terminaron sus conquistas.
Ante todo conviene advertir que las conquistas de los árabes tienen un carácter especial que las distingue de las que emprendieron otros pueblos o conquistadores.
Desde luego, hiciéronse notar por su tolerancia con los pueblos dominados, pues les dejaban el libre ejercicio de su religión y el derecho de conservar sus leyes y costumbres.
Imponíanles tributos, pero nunca, en verdad, tan excesivos como los que habían exigido otros dominadores. Por esto sometían fácilmente pueblos que al ser conquistados por ellos mejoraban indudablemente de condición, y pocas veces tuvieron que reprimir insurrecciones de los vencidos.
Así, no fue difícil la fusión en muchos países entre la raza dominadora y la dominada, y en Asia y en África adoptaron la mayor parte de los conquistados la religión y la lengua de los nuevos señores.
En la misma España hubo época en que los mozárabes mostraron gran predilección hacia el idioma y cultura de los árabes, como lo prueba la enérgica campaña que en defensa de la cultura y religión cristianas emprendió San Eulogio, campaña que mal de su grado obligó a los árabes españoles a entrar en los caminos de la intolerancia.
Así también la nueva civilización que los árabes crearon se propagó con gran rapidez y arraigó con tal firmeza, que aunque muchos pueblos han dominado posteriormente las regiones que ocuparon los árabes en Asia y África, desde la India hasta Marruecos, la influencia de aquella raza subsiste inmutable y ningún conquistador ha logrado destruir la religión y la lengua de los árabes.
Era entonces el imperio árabe el más adelantado del inundo, y verdaderas naciones bárbaras, comparadas con él, las de la Europa central y occidental, excepto la que los mismos árabes habían fundado en España.
Allá en Oriente, a principios del siglo xi, funcionaba con toda regularidad el servicio de correos entre todas las provincias, y se había organizado también un servicio de palomas viajeras.
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