En España la capital del Califato, Córdoba, fue un centro científico, artístico, industrial y comercial digno rival de Bagdad. La organización política y administrativa hasta los tiempos de Hixem II fue análoga, y el califa, lo mismo que el de Oriente, jefe religioso y político, pontífice, y rey a un tiempo.

Aunque la civilización de los árabes en Sicilia fue inferior a la de Egipto y España, la industria y la agricultura debiéronles grandes progresos; explotaron sistemáticamente todas las riquezas del suelo, y el comercio tomó grandes proporciones.

No hay que decir que en cultura científica, los árabes de Sicilia eran también muy superiores a los normandos y alemanes, que luego se hicieron dueños del reino de las Dos Sicilias, y unos y otros, reconociéndolo así, dispensaban protección a los más doctos muslimes. Así es que muchos años después de conquistada Sicilia por los normandos, prevalecía la influencia de la civilización árabe.

En Francia dejó poca huella, porque sus invasiones fueron transitorias; procuraron principalmente conquistar y recoger botín y no se cuidaron de civilizar el país invadido. Sin embargo, algunos se fijaron definitivamente, dedicándose a la industria y a la agricultura, y se les atribuye la importación de la fábrica de tapices en Aubussón y nuevos métodos de cultivo.

Todavía se reconoce a los descendientes de los árabes en los departamentos del Creuse y de los Altos Alpes, y especialmente en localidades situadas en los alrededores de la Montaña de los Moros y en algunas aldeas de las Landas, del Rosellón, del Languedoc y de Bearn.

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