La centralización de la administración pública

El self-government, o independencia de la vida local, es la base de la constitución inglesa; y en los Estados Unidos es el común una pequeña república dentro de la gran república, como dice Barbie. A la vida municipal y provincial atribuyen ingleses y norteamericanos la prosperidad de sus respectivas naciones, según Tocqueville.

La actual centralización pone la vida toda social en manos del Estado y hace irresistible su acción; la libertad individual no es un hecho, ni es posible combatir los abusos del poder, por que han quedado, como dice Renán, sólo un gigante, el Estado, y millones de enanos, los individuos. Y entre el Estado, personificado en el Gobierno, y los individuos, sin organismos intermedios que embarguen la acción de aquel y protejan el derecho de éstos, no es dudoso el éxito de toda lucha que se entable.

La absorción que el Estado realizó de las funciones que debiera compartir con las provincias y los municipios, partió del principio de la unidad, desconociendo que la variedad no se opone a la unidad, sino que la hace racional. La variedad en la unidad es ley que rige la naturaleza.

Inglaterra, Holanda y los Estados Unidos no tienen menos unidad, ni son naciones de poderes menos enérgicos que las centralizadas Francia y España, a pesar del reconocimiento de la vida local, piedra angular de sus instituciones. Ostentan unidad poderosa y enérgica.

Todo organismo es por naturaleza invasor y absorbente. Siempre que un cuerpo ha sido el centro de la vida del Estado, ha procurado absorber todas las funciones del mismo. Por esto es necesario que todo órgano o funcionario administrativo sea responsable de sus actos, pero eficazmente responsable.

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