La balanza de comercio y los sistemas económicos

La importación y la exportación, la entrada y la salida del numerario no son buenas ni malas por sí mismas, sino según sus resultados.

Tan absurda es, por consiguiente, la política que quiera inclinar en, favor de un pueblo la Balanza de comercio, haciendo que se eleve el platillo de la importación y que a todo trance descienda con el peso de mayor guarismo el platillo de las exportaciones, como aquella conducta que se inspire en el designio contrario.

La importación y la exportación pueden pecar por exceso o por defecto y por la clase de artículos en que consistan, es decir, tanto por lo que hace a la cantidad de los valores, como en relación a la calidad de las mercaderías.

Dejando aparte lo de la intervención que toque a los Gobiernos en este punto, es lo cierto que el comercio internacional tiene sus leyes y no es lo mismo que se separe de ellas o las cumpla: la importación y la exportación pueden ser convenientes o perjudiciales y el único criterio que sirve para juzgarlas ha de hallarse en las condiciones económicas del pueblo de que se trate, variables a lo infinito.

Basta lo dicho para que se comprenda que en los números de la Balanza de comercio no puede fundarse ningún sistema económico. Aun para conocer los resultados que un país alcanza de su comercio exterior y el cómo influye éste en su circulación monetaria hay un dato más positivo que las noticias de la Balanza, las cuales sólo dan idea de una pequeña parte de tales hechos, y este dato consiste en el estado o precio de los giros: si en España se obtienen con beneficio las letras pagaderas en Francia, prueba es de que este país se halla en deuda con nosotros; y si es desfavorable el giro sobre Inglaterra, esto quiere decir que somos deudores suyos y que así se liquidan en cada uno de esos casos nuestras relaciones comerciales.

Una ventaja se ha conseguido, no obstante, con las preocupaciones a que ha dado lugar la Balanza de comercio, y es la atención que se ha puesto y el cuidado con que se ha hecho esta clase de Estadística. En España desde 1786 se lleva a cabo este trabajo, y el ministro Gardoqui creó una oficina especial, que se denominó Secretaría de la balanza y fue reorganizada en 1802 con el nombre de Departamento del fomento general del reino y de la Balanza de comercio.

Hoy ese servicio corre a cargo de la Dirección general de Aduanas, que todos los meses da a luz en la Gaceta un resumen de los principales artículos objeto del comercio exterior y anualmente un voluminoso libro que contiene todos los pormenores relativos a ese tráfico y a la navegación marítima. Esta publicación, no interrumpida desde 1849, llevó hasta 1876 el título de Balanza y desde el año siguiente se llama Estadística del comercio exterior.

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