La balanza como símbolo

No solamente los egipcios, como ya queda indicado, sino también los cristianos desde los primeros tiempos consideraron la balanza como símbolo del juicio de las almas o bien de la psycostasia o peso de las mismas; de aquí que en las primitivas sepulturas cristianas aparezca representada la balanza juntamente con una corona o con una casa y un pescado, o con una paloma y una rama de oliva.

Este simbolismo que continuó durante la Edad Media, como lo demuestra una composición de la portada de Nuestra Señora de París y otra de la catedral de Autun, se considera por los arqueólogos como una interpretación figurada de las siguientes palabras del Apocalipsis: Reddere unicuique seeundum opera sua.

Sin embargo, es de notar que en los dos primeros ejemplos citados, que corresponden a monumentos cristianos primitivos, se hace mención del contrato celebrado entre los adquirentes de las tumbas y los fossores, y en este caso la balanza expresa también simbólicamente la adquisición y venta per oes et librara; otras veces la balanza aparece figurada en las tumbas como un instrumento de profesión.

Las balanzas cristianas a que nos venimos refiriendo ofrecen la misma disposición que el tipo encontrado en Pompeya, de que nos hemos ocupado últimamente.

En una sepultura franca de la época merovingia se han encontrado balanzas de bronce, lo cual hace creer que allí fue enterrado un tesorero o quizá un agente del fisco. En Inglaterra, en los antiguos cementerios sajones, se han efectuado hallazgos semejantes.

Las balanzas no han merecido en lo antiguo ni en lo moderno exornación artística que les preste importancia. Sólo las romanas han dado pretexto, quizá porque su forma se presta más, a que el cincelado y el repujado las convirtiera en preciosos objetos de arte.

El Museo Arqueológico Nacional conserva una romana española del siglo xvii, delicadamente trabajada en hierro y bronce por el maestro Salinas, cuya firma lleva en el brazo mayor: las columnas, cornisas, resaltos y hojas de la pesa, el florón en que remata el balancín, los ganchos en forma de grifo y el fiel, todo demuestra el primor de la ejecución y el exquisito gusto del autor que consiguió hacer una verdadera obra maestra; perteneció a la casa de moneda de Segovia.

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