La bala en la historia de la artillería militar

Los primitivos proyectiles que en las bocas de fuego se usaron eran de piedra, toscamente labrados y no perfectamente esféricos; los canteros picaban ordinariamente la piedra en la misma batería para evitar gastos de transporte.

Las balas de metal no empezaron a usarse hasta fines del siglo xv, por más que algunos autores aseguran que ya se construían en 1400.

En la conquista de Granada no hubo más que balas de piedra. Sucedieron a éstas las de plomo y de hierro.

El primer metal se aplicó generalmente a las armas portátiles; el segundo a la artillería, porque los proyectiles de las bocas de fuego deben ser duros, densos y pesados, y no carecer de cierta tenacidad para evitar que se rompan antes de producir el efecto que se desea.

Así es que el hierro colado, el forjado y el acero son los metales preferidos para los proyectiles de artillería, sobre todo el primero porque tiene la ventaja de ser muy económico. Sin embargo, como hoy se aspira a obtener grandes penetraciones, se construyen muchos de acero. Se combina también este metal con el hierro forjado y fundido. El acero Bessemer ha dado muy buen éxito, pero resultan carísimos los proyectiles. En los de hierro fundido se han adoptado algunas variantes en su fabricación, dando lugar a los sistemas Grousson y Pallisser. Los proyectiles fundidos por cualquiera de ellos son una mezcla completamente directa entre dos fundiciones, siendo la exterior más blanca y dura en cierta profundidad determinada, y gris y tenaz la interior, variando algún tanto el producto en sus propiedades y caracteres exteriores, según se emplee uno ú otro procedimiento.

Recientemente el general Thory, de la artillería francesa de marina, ha inventado balas de gran densidad, con las que se propone realizar un progreso análogo al conseguido hace siglos con la sustitución de los proyectiles de piedra por los de fundición. Llena con plomo comprimido granadas de acero templado, y obtiene así un aumento de peso y, por lo tanto, de densidad de cerca de un tercio. A causa del menor efecto que en estos proyectiles produce la resistencia del aire, se llega con ellos a una trayectoria más tendida y a un tiro más preciso. Además, como la mayor densidad de la materia empleada disminuye la longitud del proyectil en cerca de un calibre, es muy verosímil que estos nuevos proyectiles atraviesen corazas a mayor distancia, sobre todo cuando el tiro es oblicuo, puesto que en los proyectiles largos hay tendencia a rebatirse sobre la coraza cuando el ángulo de incidencia es algo grande.

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