La B como signo gráfico

Diversas opiniones se han expuesto para explicar el origen del signo gráfico con que se representa la B.

Autor hay que ha supuesto que la figura de esta letra B presenta la disposición en que los labios se colocan para producir su articulación, hipótesis del todo infundada, porque la figura de la B de los alfabetos griego y latino no es otra cosa que una derivación una letra fenicia en la cual, por mucho que se esfuerce la imaginación, no es fácil encontrar la representación de la boca humana produciendo el sonido labial propio de la b.

Casi todos los hebraístas consideran el origen de la B en el beth hebraico, en cuya figura encuentran el jeroglífico de una casa con sus cimientos, su muro y su tejado, jeroglífico en consonancia con la significación de la voz hebrea casa que da nombre a la letra. Opinión es esta que tampoco puede aceptarse, puesto que la figura de beth que admiten como primitiva corresponde a la forma cuadrada del hebreo, relativamente muy moderna, y no a otras anteriores, inmediatamente derivadas del alefato fenicio.

El arqueólogo Carlos Lenormant conceptuando el símbolo fenicio como origen y fuente de las varias formas de B que presentan los alfabetos europeos busca en él un origen jeroglífico y supone que la figura original fenicia guarda relación con su nombre, beth (casa), siendo abreviatura por sinécdoque del plano de una vivienda.

El vizconde de Rougé, en su interesante Memoire sur l’origine egyptienne de l’alphabet phenicien, resuelve de un modo satisfactorio esta cuestión, considerando el beth fenicio derivado de la b hierática egipcia la cual a su vez es abreviatura del signo empleado en la escritura jeroglífica egipcia, ya con el valor ideográfico de ave en general, ya con el fonográfico silábico de ba, ya con el valor alfabético de b. Bastó para esta transformación que la letra hierática citada uniese su trazo de arranque con el vértice de su ángulo inferior.

De este beth fenicio se derivan: el beth de los alefatos hebreo-samaritanos (hebreo primitivo, samaritano monumental y samaritano cursivo); el de los cartagineses, el de los arameos (palmiriense, pamphílico, árabe, estranghelo, etc.; hebreo cuadrado y rabínico; pehlevi, zend, armenio y georgiano, etc.); la B de los indo-homeritas (himarítico, ario, maghadi, sanscrito, etc.); la betha de los alfabetos griegos en sus distintas ramas (arcaica, ática, insular y jónica) y en sus diversas derivaciones (ulfilana, copta, rusa, griega moderna, etc. ); la B de los abecedarios itálicos (etrusco, ombrio, sabélico, osco, latino) y de sus derivados; y el beth de los alefatos autónomos españoles (ibérico, turdetano y bástulo-fenicio).

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