La atracción molecular en los líquidos

En los cuerpos líquidos la atracción molecular existe, pero es tan débil que basta la más pequeña acción exterior para hacerlos cambiar de posición; por esto la gravedad que obra sobre los sólidos con igual energía que en los líquidos determina en los primeros el peso del conjunto; pero no tiene influencia sobre la forma del sólido, mientras que obrando sobre los líquidos no sólo determina el peso de la masa, sino que triunfa de la débil cohesión que las moléculas de ésta ofrecen y hace que varíen de posición para ocupar siempre los sitios más bajos.

Esta es la razón de por qué los líquidos no tienen forma propia.

Así, pues, si se sustrae un líquido a la acción de la gravedad, la atracción molecular obrará más libremente, las moléculas líquidas se agruparán en virtud de ella y el cuerpo tendrá una forma propia: tal sucede, efectivamente, cuando una masa de un líquido se sumerge en otro líquido de densidad igual o muy próxima, y no siendo ambos líquidos susceptibles de mezclarse. Entonces el líquido sumergido en la masa del otro, que hace de medio continente, afecta siempre una forma esferoidal. Esto se ve muy frecuentemente con las gotitas de grasa que nadan en el caldo y en otros líquidos.

Cuando las masas de líquido son muy pequeñas, también tienden siempre a tomar la forma esferoidal, como sucede cuando ruedan gotitas de agua por el suelo empolvado de una habitación.

Volver a ATRACCIÓN – Inicio